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inextricable dependencia del cuerpo” (Resina 43).  de doble sentido, por entablar una “discusión permanente

 El análisis de las adaptaciones del cineasta catalán ocupa   entre cineasta y dramaturgo” (336). Resumiendo, para Àn-

 varios capítulos que se apoyan en trabajos anteriores de crí-  gel Quintana, las adaptaciones de Pons corresponderían al

 ticos como Anton Pujol, Phyllis Zatlin, Elisenda Bernal y   concepto de “cine impuro” teorizado por André Bazin, que

 David George, entre otros, que han estudiado ampliamente   situaban la obra literaria y cinematográfica, de manera no

 los préstamos literarios de la obra ponsiana. Hasta la fecha   jerárquica, a la misma altura, como vértices equidistantes

 de publicación del volumen, Pons cuenta con 14 adapta-  de una pirámide (o, dirían Deleuze y Guattari, de un mis-


 ciones que han llevado a la pantalla obras teatrales firma-  mo rizoma). Desafortunadamente, falta casi por completo

 das por Sergi Belbel, Josep Maria Benet i Jornet y Lluïsa   del volumen un estudio sobre Food for love (2001), la logra-

 Cunillé, cuentos de Quim Monzó, y novelas de Rafael Ar-  dísima adaptación de The Page Turner de David Leavitt, que

 nal, Trinitat Sartorre, y del norteamericano David Leavitt.   encajaría con la tendencia a catalanizar sus historias, puesto

 Con esta labor de transposición, Ventura Pons ha asumido   que traslada la acción de Roma a Barcelona. El libro de Do-

 el importante papel, según María Delgado, de “embajador   mènech y Lema-Hincapié repite así “el crimen” de la crítica

 para la dramaturgia y para la ficción catalanas” (346). To-  —según las palabras de Gary Kramer en Independent Queer


 dos los estudios coinciden en notar que los cambios desde   Cinema: Reviews and Interviews (New York: The Haworth

 el original a la adaptación se mueven en dos direcciones: en   Press, 2006)— de ignorar una película que si hubiese reci-

 el tono y en el compromiso político. Las obras de Pons son,   bido la atención que se merecía habría catapultado ensegui-

 por lo general, más optimistas y más catalanas. Por ejem-  da a su autor a las esferas de un “world class filmmaker”.

 plo, Conxita Domènech estudia como El perquè de tot ple-     La sintaxis fílmica de Pons —la estructura con la que

 gat recupera el espacio urbano de Barcelona que apenas se   se articulan sus películas, los tipos de planos y los movi-

 reconoce en Quim Monzó. Susana Pàmies analiza la liber-  mientos de la cámara—, lo que Ibon Izurieta, siguiendo a

 tad formal de la adaptación de Mil cretins que, con respecto   Fredric Jameson, define como “mapa cognitivo” (cognitive

 al referente literario, “añade un espacio para la esperanza”   mapping), es otro tema estudiado en el volumen. Para Izu-


 por medio del humor y de la ilusión de vivir (271). Para Pà-  rieta, la mayoría de los filmes más importantes de Pons se

 mies, Pons además le “inyecta a la obra de Monzó identidad   desarrolla por medio de una narrativa episódica, mientras

 catalana” (por ejemplo, sustituye las celebraciones de noche   que solo en Barcelona [Un mapa] se encuentra la presencia

 vieja, por una fiesta tan local como la noche de Sant Joan,   de un prólogo y un epílogo (86). Van Der Linde nota los

 en la cual los personajes beben cava y comen cocas) (255).   varios planos concéntricos que desarrollan Actrius, película

 Todos estos estudios concurren además en que Pons esta-  que cuenta también con numerosos planos secuencias “in-

 blece una verdadera conversación con el referente literario   usualmente largos” (96) y con “poco movimiento de cáma-


 al punto que, según María Delgado, la intertextualidad es   ra” (96). Ehrenburg habla de la importancia de la sutura en






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 Revist a   de   alces   XXI                                  Número  3 , 2016-2017
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