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la filmografía de Pons, y en particular en Ocaña (159), film                                                            neasta reconoce que el paisaje urbano barcelonés se interre-

         que intercala la narración con los intermedios, “descansos                                                              laciona muy profundamente con su trabajo (23). En otra

         […] que funcionan como un acto performativo del retrato                                                                 ocasión afirma que “yo soy muy de Barcelona, de la misma

         intermitente de Ocaña” (159-160). Se trata de un monta-                                                                 manera que Woody Allen es muy de Manhattan. Soy como

         je “que permite la expresión en los significados implícitos a                                                           soy y mi paisaje es donde vivo. […] El mío es Barcelona y

         través de momentáneos cortes cruzados de los límites espa-                                                              Cataluña. Por eso ruedo en catalán” (334). Para algunos crí-

         ciales y temporales” (160). Para Resina, la estructura tiene                                                            ticos, la Barcelona de Pons es un espacio abstracto y simbó-


         también un significado político: la apuesta de Pons por la                                                              lico. Ibon Izurbieta opina que es “un cualquier lugar urbano

         circularidad es “un medio de escapar al terror de una histo-                                                            universal. [El cineasta] no retrata directamente a Barcelona,

         ria sumida” (42). Por su parte, Quintana incide en que la                                                               sino que da forma a un lugar urbano cualquiera del mun-

         división de las películas de Pons en episodios es reflejo de la                                                         do industrial” (78). Para Conxita Domènech, en El perquè

         fragmentación y enajenación “del individuo atrapado en las                                                              de tot plegat, Barcelona es “un verdadero protagonista de la

         redes de la postmodernidad” (297).                                                                                      diégesis” (244), a pesar de no nombrarse nunca. Como si

             También se estudian los movimientos de la cámara para                                                               se tratara de una presencia fantasmal, se sitúa “como el cen-


         revelar la dimensión háptica de la producción del cineas-                                                               tro de algo mayor. […] Cataluña rodea la ciudad ubicán-

         ta catalán. Conxita Domènech comenta sobre “los planos                                                                  dose en los márgenes, o sea, en el prólogo y epílogo” (244).

         de panning [que] ‘acarician’” (243) en El perquè de tot ple-                                                            Para otros, en cambio, Barcelona constituye un lugar muy

         gat. Andrés Lema-Hincapié nota que los travellings en Amic/                                                             concreto y definido. Quintana identifica dos momentos en

         Amat se desplazan lenta y sensualmente, “a manera de ca-                                                                la producción del director catalán: las películas de la Bar-

         ricias que tratan con alguna lujuria ciertos fragmentos del                                                             celona anterior a las olimpiadas y, a partir de El perquè de

         cuerpo de David” (51), reflejando el deseo de la mirada ha-                                                             tot plegat (1994), la Barcelona post-olímpica, que marcaría

         cia el cuerpo humano: en la primera secuencia lo recorren,                                                              el cambio de su imaginario e inauguraría una nueva etapa

         lo rozan, lo acarician (51, 52), para quedar inmóvil en la úl-                                                          espejo de su postmodernidad y de sus limitaciones (296).


         tima. En su estudio sobre el cine háptico, Laura Marks (The                                                             María Delgado, por su parte, concilia estas divergentes in-

         Skin of the Film. Durham: Duke University Press, 2000)                                                                  terpretaciones explicando que “la Barcelona de Pons es a la

         propone que lo táctil se trate no tanto como un “lenguaje                                                               vez decididamente real y gloriosamente imaginada” (335).

         femenino”, sino como una estrategia feminista. Sería inte-                                                              Es “metrópoli material y […] panorama mítico” (334).

         resante poder elaborar sobre las implicaciones de género de                                                                 Para Scott Ehrenburg, los paisajes urbanos de la Barce-

         estas secuencias hápticas en el cine de Pons.                                                                           lona de Pons moldean un “espacio queer” (162) que Ibon

             Otro tema analizado es el espacio donde se sitúa el ima-                                                            Izurieta define como “post-homofóbico” (80) y “post-espa-


         ginario del catalán. Ya desde la introducción, el mismo ci-                                                             ñolista” (85). En una entrevista, el catalán afirmó que “a ve-






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