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En la novela, la relación de pareja se erige como una ré-
plica de la desigualdad establecida a otros niveles, porque
el capital penetra incluso la expresión de los sentimientos
más íntimos. En este caso, el esposo Ritxi sutilmente mer-
cantiliza todo, entre ellos el dolor psíquico y el miedo de
Jade/Alice. Mientras el infanticidio constituye el momen-
to climático de horror social y narrativo, un episodio an-
terior avanzaba ya el trauma vivido por la mujer madre, al
que el marido sin embargo pone precio. La crisis de salud
familiar se manifiesta cuando él la anima a que muestre pú-
blicamente los cuadros que ha pintado sobre las pesadillas
que sufre desde su parto en una exposición en las bodegas
de su compañía vinícola. Él “estaba convencido de que las
arañas de Alice vestirían a la perfección un vino de autor de
maceración carbónica que llevaba tiempo ideando. El vino
se llamaría Alice, cómo no” (Agirre 172). Sus pensamientos
muestran la instrumentalización del sufrimiento de su es-
posa y de su impulso creativo cuando son puestos al servicio
de su acumulación capitalista como empresario de vinos. La
capacidad de decisión, gestión y disfrute del arte son total-
mente controlados por él. En consecuencia, como avanzaba
Adrienne Rich, la maternidad sin autonomía, sin decisión,
es uno de los caminos que más rápido conduce a la sensa-
ción de haber perdido el control (183-184). Lo que parece
un movimiento inocuo, incluso de apoyo por parte de él,
es totalmente destructor. Constituye una apropiación de la
función simbólica de la maternidad de Alice y de su rela-
ción inmaterial con ella. La presión de presentar en público
la plasmación artística de su dolor alcanza el desastre cuan-
do Alice escucha a la asistente de comunicaciones compa-
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Revist a de al ce s XXI
rando negativamente su trabajo (“un bodrio”, “una copia
barata”) con el de Louise Bourgeois. La impresión negativa
que causan sus cuadros la llevan a destruirlos (Agirre 174).
El resultado de la demolición de su propia creación es des-
crito como un escenario postapocalíptico y, sin embargo, el
esposo no pide ayuda para ella, lo que silencia aún más su
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dolor existencial (175). La desolación psíquica manifes-
tada físicamente en la ruina de sus creaciones es reducida
al espacio individual, a la privatización de la obra, la mujer
y su mundo. La violencia que se ejerce sobre Jade/Alice al
constreñirla a las normas de su esposo y de la institución de
la maternidad no encuentra salida, ni personal, ni social, ni
artística, por lo que se internaliza y regenera dentro de ella
misma. Este episodio disecciona el sistema relacional frus-
trado entre los miembros de la pareja y muestra los modos
de opresión de la mujer madre a través de la visión merca-
docéntrica del esposo y la reificación de lo privado, una de
las grandes grietas del modelo neoliberal de la maternidad.
¿Cómo y qué comunicar de la maternidad?
Si la construcción de la maternidad usa un discurso de gé-
nero que produce consecuencias subjetivas y sociales pro-
10 Es necesario reconocer que Jade/Alice es una pintora frustrada des-
de su juventud que deja de pintar cuando se casa y regresa a los cuadros
como una actividad terapéutica. La violencia que ejerce contra sus hijos
y sus cuadros indica la destrucción de lo más cercano a ella. Sin embar-
go, ni la locura ni la depresión explican su violencia, lo que ahonda las
preguntas de la escritora, y con ella de la lectora sobre posibles concep-
ciones de la maternidad.
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Número 5 , 2021-2023