Page 293 - Revista2
P. 293

mo, su sobreexposición a situaciones límites y absurdas, su   últimas décadas el fenómeno del cuentacuentos se ha exten-

 rutilante batería de efectos especiales y su ritmo trepidante?   dido no solo en Occidente (los cuentacuentos nunca han

 Encontrar en el bosque un lobo que habla, un dragón que   desaparecido de los zocos de gran parte del mundo islámi-

 guarda un castillo, una calabaza que se convierte en carroza   co y en culturas que no disponen de dispositivos portátiles

 o ratones en lacayos ya no es un ejercicio de suspensión de  de ficción), sino en Asia, y con una vitalidad sorprenden-

 incredulidad. Los dibujos animados tienen como persona-  te, como viene a respaldar la incontestable cifra y extensión

 jes a animales parlantes, seres de otros planetas, robots ani-  de festivales internacionales anuales: Jonesborough (Ten-


 mados con sentimientos y cuando explota una carga de di-  nessee), uno de los más antiguos, Yukon (Canadá), Ciudad

 namita los personajes no mueren, apenas se les tizna la cara  de México (México), Edimburgo (Reino Unido), Amster-

 y su ropa se quema y desgarra para repararse en la secuen-  dam (Holanda), Singapur, Azerbaiyán, etc. y la aparición

 cia siguiente. La mayor parte de la ficción actual para niños  de redes internacionales y asociaciones que velan por la pro-

 elude la muerte y el castigo, sombras omnipresentes en el  moción de los cuentacuentos ofreciéndoles no solo asesora-

 cuento tradicional. El castigo es asimilado en la nueva fic-  miento, sino vías y recursos para el intercambio creativo.

 ción al fracaso, la muerte a una marcha más o menos tem-  El repertorio de los primeros cuentacuentos tiene como


 poral. Las situaciones abreviadas por la narración tradicio-  núcleo los cuentos tradicionales, pero actualizados, drama-

 nal, como las luchas, los enfrentamientos, los conflictos en  tizados y teatralizados en extremo. En ellos se interfieren si-

 general, elipsis que teóricamente debían ser rellenadas por  tuaciones nuevas, inverosímiles. Las historias echan a an-

 un buen narrador, ya que la literatura oral tiene este pro-  dar y el público las siente más próximas. La necesidad de

 cedimiento en común con la comedia del arte: la existen-  renovar el repertorio conduce al intercambio entre profe-

 cia de un canovaccio sobre el que cada intérprete improvisa  sionales, a la búsqueda y adaptación de los relatos literarios

 libremente de acuerdo con su máscara, se desarrollan en la  escritos a la narración oral. La fuente de las historias es in-

 ficción visual con mayor o menor verosimilitud, pero con  agotable. Edgar Allan Poe o Margaret Oliphant para las his-

 narración, detalle y ritmo, mientras que el relato escrito,  torias de terror junto a las de otros muchos otros, leyendas


 que teme hacerse prolijo en la descripción, por ejemplo, de  tradicionales, incluso las reinterpretadas y narradas por es-

 la pelea entre dos antagonistas, abrevia las confrontaciones  critores consagrados.

 con fórmulas estereotipadas que suelen excusar su apatía:  En sus orígenes la labor de difusión literaria por parte del

 “lucharon durante toda la noche hasta el límite de sus fuer-  cuentacuentos es notable, la búsqueda de las historias más

 zas y cuando despuntaba el alba…”.  aptas para su adaptación es el principal reto. Pero en los in-

 Volvemos a la pregunta clave: ¿qué recursos emplear para   tercambios con otros profesionales, la técnica interpretativa

 hacer atractiva la ficción contada? A simple vista parece que   se depura, gran parte de ellos no procede del mundo de la


 las formas de ficción animadas no tienen rival, pero en las   literatura, sino del mundo de la interpretación y los estilos






 292                                                                                                          293
 Revist a   de   alces   XXI                                  Número  2 , 2014-2015
   288   289   290   291   292   293   294   295   296   297   298