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sa, que improvisan y ofrecen nuevas versiones de las histo-                                                             convocarse los primeros festivales de historias contadas. En

         rias, diagnosticando así una de las principales dolencias del                                                           principio este tipo de iniciativas tiene su prioridad puesta

         aprendizaje contemporáneo: el abandono del cultivo de la                                                                en la historia, en la ficción, pero no pasa mucho tiempo sin

         lectura en voz alta y la pérdida tanto de la lectura colectiva                                                          que sea el narrador de las historias el que acabe desplazando

         como de la narración de historias, que, en este panorama,                                                               en protagonismo a estas y adquiera prestigio por sí solo. Las

         corría el riesgo de convertirse si no en un fenómeno en vías                                                            historias son la base, pero las historias cambian y son distin-

         de extinción, sí en una rareza. La pervivencia de la litera-                                                            tas según la voz que las cuenta, porque no todos los narra-


         tura oral parecía haber quedado constreñida a áreas rurales                                                             dores son iguales ni demuestran la misma sensibilidad ante

         donde aún los ancianos cuentan relatos a la luz y el calor del                                                          sus asistentes.

         fuego en invierno: un fenómeno aislado, el filandón, que                                                                    La materia prima con la que se ejercita el arte de contar

         ha sido objeto de reivindicación reciente por parte de auto-                                                            es la historia, fundamentalmente los personajes y la acción,

         res españoles tan relevantes como Luis Mateo Díez y José                                                                porque escenario y tiempo son elementos narrativos varia-

         María Merino y declarado Bien de Interés Cultural por las                                                               bles cuya actualización ad hoc aproxima la acción a la con-

         Cortes de Castilla-León.                                                                                                currencia, y no son ejes fijos. La ficción del cuentacuentos


                                                                                                                                 es una ficción viva porque se trata de un narrador que re-

         Primero las historias                                                                                                   coge de primera mano la reacción de su público. Es, por lo

         La popularización de la figura del cuentacuentos desde el                                                               tanto, más sensible a la nueva realidad que el creador de his-

         último tercio del siglo XX, y en la programación de activi-                                                             torias escritas y en sus inicios lo que hace es recoger estas y

         dades en estos últimos años, tiene su origen en la progresi-                                                            transformarlas en una narración viva.

         va pérdida de la lectura del cuento y en la desintegración de                                                               La primera premisa que diferencia al cuentacuentos (y

         sus referentes, por más que sintamos la tentación de inda-                                                              que lo aproxima al rapsoda, el aedo, bardo o juglar) es que

         gar en los orígenes de la literatura para hablar de rapsodas,                                                           no se trata de un lector, es el locutor de una historia sin

         aedos, bardos o juglares en un ejercicio erudito de legitimar                                                           guión escrito. Es un improvisador y ahí radica su fuerza. El


         su actividad. No hablamos del mismo fenómeno. En la an-                                                                 lector en voz alta se limita a dramatizar la palabra impresa, si

         tigua Grecia, en las aldeas celtas o los mercados medievales,                                                           es un buen narrador no se resiste a intercalar una “morcilla”,

         los narradores de historias llevaban la ficción a una muche-                                                            pero no es un creador. La lectura por sí sola, sin dramatiza-

         dumbre analfabeta y no competían con otras formas de fic-                                                               ción, sin efectos no crea nuevos lectores ávidos de ficción,

         ción, porque no existían para la mayor parte de la pobla-                                                               atrae a los que ya leen. Pensemos únicamente en el público

         ción.                                                                                                                   infantil, dejemos a un lado a los adultos: ¿cómo va a com-

             La figura  del cuentacuentos  contemporáneo  surge (o                                                               petir el cuento tradicional leído en voz alta con el desplie-


         re-surge) en la década de los setenta, cuando empiezan a                                                                gue de medios de los dibujos animados con su histrionis-






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