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crito en voz alta a su mujer: es una carta dirigida al “cama-  do, sin éxito, componer una carta con la que convencer a

 rada” Stalin, en la que cuenta la censura impuesta a su obra,   Stalin para que lo deje salir de Rusia. Bulgákov se obsesiona

 y en la que pide la devolución de su libertad como escritor o   no solo con la carta, sino también con una posible segunda


 la expulsión de la Unión Soviética (221). Las dos opciones   llamada de Stalin. Monopoliza el aparato y se encierra per-

 que Bulgákov propone le desagradan a la mujer, convenci-  manentemente en casa, sin moverse de su escritorio, donde

 da de que ellos no podrían abandonar su casa, ni su país. La   compone “docenas” de cartas a Stalin (231). En espera de

 interacción entre marido y mujer está marcada por “pausas”   esa llamada, y animado por la esperanza que Stalin le dio

 y “largos silencios” (222).   al hablar con él, Bulgákov se somete a un proceso incesante


 A partir de la llamada de Stalin en la segunda escena, Bul-  de escritura de cartas, hasta que su imaginación trae al mis-

 gákov se siente tomado en serio por el líder soviético, lo que   mo Stalin allí: “Me había parecido…Al otro lado de la calle,

 impulsa su deseo de encontrar la fórmula de la carta perfec-  entre los árboles. Me había parecido ver a Stalin” (231). Sin

 ta. La legendaria llamada de teléfono cuando ya había em-  embargo, Stalin lo había engañado, prometiéndole que, al


 pezado la prohibición de su obra es la premisa de la obra.    recibir una carta suya con argumentos convincentes, lo de-
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 El dramaturgo juega con este mito al hacer que la llama-  jaría irse de Rusia.

 da se interrumpa debido a la “interferencia y mal funcio-  Mientras tanto, Bulgákova sale de la casa para enviar las

 namiento de las líneas telefónicas soviéticas”, lo que hace   cartas que su marido produce y para solicitar pasaportes por


 que Bulgákov se obsesione con recibir otra llamada ulte-  vía legal para poder salir al extranjero. En una de sus salidas,

 rior: “[…] no debo moverme de aquí… puede telefonear   se entera de que a otro escritor igual de perseguido que su

 en cualquier momento” (248). Esta coyuntura, que ocurre   marido, Zamiatin, le habían dado permiso para irse de Ru-


 en la escena octava, es una muestra del progresivo enloque-  sia. Contrariado y a la vez impulsado por esta noticia, Bul-

 cer de Bulgákov. En las cinco escenas comprendidas entre   gákov le pide a su mujer ayuda para “buscar las palabras jus-

 recibir la llamada y seguir esperando, Bulgákov ha intenta-  tas” (230). Bulgákova le sugiere copiar las de Zamiatin, ya

         que él consiguió encontrarlas, lo que pone a Bulgákov aún

         más empeñado en crear su propia carta: “Todo lo que he


 14  A pesar de que algunos estudios de la obra de Mayorga no dan crédi-  escrito es un juego de niños si lo comparo con una carta a
 to a esta llamada que tachan de “hipotética” (Spooner), según indica la   Stalin” (230). La carta que acapara su fuerza creativa y ener-
 amplia investigación biográfica de J.A.E. Curtis y Marietta Chudakova,

 la llamada de Stalin a Bulgákov fue un hecho real y ocurrió el 18 de abril   gía vital logra por si sola el objetivo de censura que el apara-

 de 1930. Aquella táctica de llamar a los intelectuales de la época forma-  to de estado estalinista había creado. Al no hacer nada más
 ba parte del arsenal de Stalin para controlarlos y mantenerlos en un esta-  que esbozar carta tras carta, Bulgákov se está prácticamente
 do de sumisión mediante estos juegos en los que pretendía hacerles caso

 (Curtis 111-13, Chudakova 413-14).  autocensurando, sin ni siquiera ser consciente de ello. Ca-





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 Revist a  de  al ce s XXI                                            Número  6 , 2024
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