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sustitución funcional de los deberes típicamente asociados jer, y se niega a “fecundar a su cuñada” como manda la tri-
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con la familia genética. Lo que también es digno de aten- bu), logra formar relaciones de paternidad afectiva (43).
ción aquí es la naturaleza urgente de estas redes de apo- En conjunto con lo que relata los testimonios, la novela
yo. La centralidad de la precariedad y la preservación de la señala que el abandono familiar-biológico no implica un
salud física y/o mental en todos estos casos de parentesco abandono total, sino que posibilita la formación y el forta-
queer frustran y complican las aseveraciones de que la per- lecimiento de lazos afectivos de parentesco queer.
formatividad y solidaridad queer puede considerarse como Es preciso señalar, no obstante, que el parentesco queer en
una suerte de emancipación. estos textos se limita necesariamente a ciertos espacios ‘segu-
A lo largo de La bastarda, Obono insinúa un contraste ros’, tanto geográficos como psicológicos; las zonas margi-
entre la familia biológica y la elegida. La novela, como las nadas propias de la supervivencia queer ofrecen más seguri-
entrevistas, señala que los vínculos de sangre no garantizan dad por la agrupación de afines personas. Paradójicamente,
ningún apoyo o amor: “¿A qué llamaría ella [Linda] fami- estos refugios suelen ser lugares precarios o arriesgados, de-
lia? Yo no conocía dónde se encontraba la mía. O sí. Qui- bido a la precariedad económica y marginación social de las
zá mi verdadera familia residía en el bosque donde se refu- personas queer —las dos cosas siendo consecuencias de la
giaba Marcelo” (La bastarda 64). A diferencia del abuelo regulación social de la hetero-narrativa—. En Yo no quería,
con el que Okomo cohabita y que nunca la besa (40), el tío se explica que el refugio queer en Malabo (la capital de Gui-
Marcelo no sólo le obsequia besos “siempre” sino que es la nea Ecuatorial) es uno de los barrios notoriamente peligro-
única persona en el mundo que la “había besado como un sos: “En el barrio convivían otras parejas de homosexuales.
padre” (43). Él equipara el afecto que le muestra con un . . . En el barrio de Elá Nguema nadie se mete en la vida
amor paternal-biológico: “‘Eres lo más parecido a una hija de nadie. Es el barrio de la supervivencia. Quien perdura
que tengo. . . . Te quiero mucho, mi niña’” (61). Significa- en Elá Nguema ya no se va a morir” (Obono, Yo no que-
tivamente, Linda también tiene una relación afectiva y cua- ría 106); “Muchas homosexuales vivimos juntas o en casas
si-paternal con Marcelo; ella comparte que él la besó en la cercanas. Es la única forma de que, si nos matan, alguien
frente, un gesto de afección que supera la atención que re-
cibe de su padre (63). Aunque Marcelo vive totalmente ais-
lado y alejado de la sociedad y no participa en su economía
reproductiva (nunca consumó su matrimonio con una mu- 60 En el caso de la esterilidad masculina, hay que “recurrir a genes cerca-
nos y una persona discreta” —Marcelo— para solucionar el problema
del hijo de Osá (Obono, La bastarda 44). Como explica Galán Moreno,
des que ofrecen ciertas protecciones legales de los derechos queer; véase la esterilidad masculina supone “un gran desprecio hacia el sujeto que la
Voices of Youth Count. padecía” y una vergüenza para su familia (31).
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Revist a de al ce s XXI Número 5 , 2021-2023