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sepa de nuestras muertes” (202). Los comentarios de estos (La bastarda 65). Sin embargo, lo que esta cita no capta y
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informantes son profundamente necropolíticos y abyectos; lo que estas visiones emancipatorias no consideran o no en-
representan vidas que, por no figurar dentro de la jerarquía fatizan son, primero, el panorama de motivos de este ale-
social heteroreproductiva, se relegan a habitar en los már- jamiento colectivo de la sociedad y, segundo, lo que viene
genes “inhabitables” y viven bajo el signo de lo “invivible” después de la fuga a esa ‘libertad’ queer.
(Butler, Bodies 237), donde están eternamente expuestas al En cuanto a lo primero, Marcelo huye al bosque cuando
poder y la omnipresencia de la muerte (Mbembe 12). Las la tribu le echa. Más tarde, tiene que adentrarse aun más en
entrevistas provocan una reflexión sobre los confines de lo su refugio forestal porque los aldeanos queman su casa en
que se puede calificar como cuerpos que importan y vidas un intento de matarlo por rechazar la imposición tribal de
que merecen la protección, la salvación o el duelo (Butler, la repro-narrativa fang (embarazar a su cuñada). Más tarde,
Bodies 16). Lo que indican estos relatos es la forja de los la- Okomo se ve obligada a irse a vivir en Asok Abia en casa de
zos de parentesco queer. Ejemplifican la formación de una sus tíos, pero su tía —la cuñada en cuestión— le niega la
comunidad marginada pero unida en torno al deseo de pre- comida, intentando chantajearla hasta que Okomo le diga
servar la vida o simplemente ser reconocidxs y lloradxs en el paradero de Marcelo. A medida que le ruge la panza y ob-
la muerte. serva las pautas raciales y de género del mercado laboral de
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En las últimas páginas de La bastarda encontramos un Asok Abia, Okomo por fin consigue su deseo de conocer
retrato literario de una comunidad a los márgenes de la so- a su padre biológico. Él, sin embargo, no quiere aceptarla
ciedad fang y una representación novelística del parentesco
de supervivientes queer. Se ha argumentado que la huida de 63 Para Licata, “Okomo empieza, sin embargo, a adquirir su individua-
Okomo y las chicas al bosque y la formación de una comu- lismo y su libertad en el bosque: Ir contra las tradiciones le permite em-
nidad al margen de la sociedad es una forma de “liberación” prender el camino hacia su libertad” (141), y para Veysey-White, “Oko-
de las imposiciones heteropatriarcales fang, y, en efecto, se mo’s queer performativity resists not only the exploitation of women’s
habla en la novela del bosque fang como “un entorno libre” bodies in postcolonial Fang society but also the coloniality of gender”
(“la performatividad queer de Okomo resiste no solo a la explotación de
los cuerpos femeninos en la sociedad poscolonial fang sino también a
la colonialidad del género”; mi trad.; 71). Concluye que “Okomo ‘per-
61 Una nueva capital, Oyala o Ciudad de la Paz, está bajo construcción forms’ her own queer, liberated version of her identity as an African
en la parte continental del país. queer woman . . . . The subversive queer subject will not bow to oppres-
sion” (“Okomo ‘representa’ su propia versión liberada de su identidad
62 El relato breve “Una mujer de costumbres blancas” en Las mujeres ha- como mujer queer africana . . . . El sujeto queer subversivo no se doblega
blan mucho y mal de Obono trata el tema de la muerte queer y retrata el ante la opresión”; mi trad.; 77). En contraste, en su ponencia en 2021,
funeral de una lesbiana quien, abandonada y olvidada por su familia, es Danae Gallo González también ha insistido en la necesidad de matizar
llorada por las otras lesbianas (175-78). cualquier interpretación emancipatoria.
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Revist a de al ce s XXI Número 5 , 2021-2023