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durante la posguerra. El cine histórico, de este modo, con-
 Esta cuestión suscita interesantes reflexiones en torno al   formaba un vehículo ideológico capaz de proyectar esas an-

 presente apelado por estas ficciones, cuya realidad sociopo-  sias en la pantalla, por lo que se empezó a financiar dicho

 lítica acaba por filtrarse en las producciones de distintas ma-  tipo de cintas, las cuales proliferaron notablemente a partir

 neras. En ese sentido, la instrumentalización del pasado ha   de 1947. De hecho, al contrario que muchos otros largo-


 sido, a lo largo de la historia, cierto lugar común a la hora   metrajes cuya temática o moral sí eran proscritas, “el 64,7%

 de manufacturar mensajes puramente ideológicos revesti-  de las películas históricas que se presentaban a la Junta Su-

 dos de ficción histórica. El caso de España durante la dic-  perior de Censura obtenían la máxima categoría” en la cla-

 tadura franquista, especialmente en su etapa más temprana   sificación de “Interés Nacional”, lo cual se traducía en li-


 —años 40 y 50—, es un claro ejemplo de ello.  bertad para los creadores y mayor proyección a la audiencia

 Gloria Camarero Gómez explica lúcidamente la manera   (Franco Torre 556). Uno de los cineastas más importantes

 en la que el cine histórico funcionó en conjunción con el   para el género en esos años fue Juan de Orduña.

 ideario falangista así:  Los filmes de Orduña, especialmente  Locura de amor



         (1948), Agustina de Aragón (1951), Alba de América (1951)


 El franquismo de las primeras etapas ensalzó dos periodos de la   y La leona de Castilla (1951), ilustran a la perfección el es-

 historia de España muy concretos, que eran aquellos en los que   fuerzo pseudo-historicista de la dictadura. En ellos, su pri-
 pretendía verse reflejado, aunque nada podía estar más lejos de   mer punto en común era “el deseo de recuperación del pa-

 la realidad. El primero fue la fase imperial, que abarcaría desde   sado nacional en sus épocas más gloriosas” y, además, su
 finales del siglo XV hasta mediados del XVII, es decir el reina-

 do de los Reyes Católicos con los temas de la unidad nacional y   carácter “pretendía legitimar al propio régimen desde el

 el descubrimiento de América, y la siguiente expansión europea   punto de vista social, religioso (catolicismo) e histórico”
 en las figuras de sus descendientes, la dinastía de los Austrias. El   (Pérez Cipitria 3). Por un lado, a nivel argumental, la cons-

 segundo, la resistencia contra la invasión francesa durante la lla-  trucción de personajes en las películas de Orduña respondía

 mada Guerra de la Independencia (1808-1814). (100)
         a una épica de tintes populistas y nacionalistas, donde “los

         españoles se muestran como un pueblo valiente, decidido,


 El esfuerzo desde el gobierno por utilizar y presentar el   honesto, orgulloso de sus diferencias respecto a las nacio-


 pasado imperial español plagado de proezas maniqueas bus-  nes extranjeras, y sobre todo colmado de fervor religioso”

 caba servir como antídoto frente al “progresivo ostracismo   (Franco Torre 558). Por otro, a nivel formal y estético, en

 internacional al que se ve sometido el país tras el fin de la II   la estructura de sus largometrajes “es habitual que el relato

 Guerra Mundial” (Franco Torre 558), cada vez más aislado   se construya merced a la ‘vuelta atrás’, con un narrador om-

         nisciente” (Franco Torre 558), lo que creaba una sensación






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 Revist a   de   alces XXI                                    Número  4 , 2019-2020
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