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artistas latinos desde entonces, esta tendencia parece man- destacado por el empleo de letras “sucias” como en “Nunca
tenerse. En los seis o siete años de existencia del trap latino me amó” de Jon Z y Baby Rasta (2017) o “La última vez”
corriente, Bad Bunny se ha vuelto el representante más des- de Anuel AA con la colaboración de Bad Bunny (2017).
tacado de este estilo. En su corta carrera, dicho artista ha te- Esta flexibilidad de tono que se debe a la manera en que
nido múltiples éxitos, ganado varios premios y, en el 2020, las nuevas tecnologías digitales facilitaron la distribución de
se convirtió en el primer artista en llegar a encabezar la lista música y ha tenido múltiples efectos en la cultura e indus-
de los Billboard 200 (una lista de los discos más importan- tria de la música. Rodríguez, el Vicepresidente de Merca-
tes en Estados Unidos) con un disco completamente en es- deo de Universal, ha señalado que, a causa del trap, se está
pañol (Sisario). dando un giro cultural hacia la música latina, pero este giro
El tercer aspecto que asemeja al trap y al reguetón es la “goes beyond trap: the music we call ‘Latina urban’ is now
conservación de las mismas actitudes sexuales: la cosifica- diversifying into many different forms… It’s popping in the
ción de la mujer, las limitaciones a las voces de mujeres en streets right now with zero radio airplay. It’s a counter-cul-
lo que se refiere al contenido lírico y la marginalización de ture of young kids listening to this music” (“…va más allá del
mujeres performers. A diferencia del reguetón, la voz anóni- trap: la música que llamamos ‘género urbano latino’ ahora
ma de mujer de la llamada/respuesta no fue un rasgo esen- se está diversificando de muchas maneras… Está explotan-
cial del trap. Parecido al reguetón después de la aparición do en las calles ahora mismo sin ninguna transmisión radial.
de Barrio Fino de Daddy Yankee en el 2004, el trap se vol- Es una contracultura de jóvenes que escuchan esta música”)
vió rápidamente un estilo musical colaborativo, lo que faci- (Leight). Lo que Rodríguez denomina como “counter-cul-
litó la creación de composiciones híbridas formadas por re- ture of young kids” (“una contracultura de jóvenes”) trata,
guetón y otros elementos de hip-hop (latino o americano) en realidad, de un estilo cuya evolución ha alcanzado cer-
que complejizarían la ya expandida concepción de la mú- ca de 30 años y, al menos, dos generaciones. Mientras que
sica urbana latina. Sin embargo, en las iteraciones iniciales el éxito del “género urbano” lo constituye como parte de la
del trap, la voz de la mujer no estaba presente de forma líri- cultura de masas, el denominarlo como “counter-cultural
ca ni performativa, y las letras guardaban la misma obsesión movement” (“un movimiento contracultural”) puede justi-
con sus cuerpos para satisfacer los placeres masculinistas. ficarse cuando el estilo musical —y la cultura, estilo de vida
No obstante, contrario al reguetón, el trap tomó dos cami- y estética que se le asigna— son vistos como relajados, mo-
nos distintos a la misma vez. Uno de ellos caracterizado por vimientos expresivos cuyo ethos se mete descaradamente en
letras “limpias” más aceptadas por las emisoras, como por la sexualidad y se opone a los valores sexuales dominantes.
ejemplo “Sensualidad” de Bad Bunny, Prince Royce y J Bal- Es una cultura popular, de masas, la que yace fuera de la re-
vin (2017) o “El farsante” de Ozuna (2017). El otro camino gulación y la vigilancia ética sistémica, y está separada de la
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Revist a de alces XXI Número 4 , 2019-2020