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mentos del Passaic”) o con la metáfora tecno-orgánica de

                                                                                                                                 viaje de la luz y de la imagen a través de una cámara de ví-

                                                                                                                                 deo ( “La rosa amarilla”), parecen reinterpretar y actuali-

                                                                                                                                 zar la siguiente idea del original borgiano: “Cruz, lazo y fle-

                                                                                                                                 cha, viejos utensilios del hombre, hoy rebajados o elevados

                                                                                                                                 a símbolos; no sé por qué me maravillan, cuando no hay en

                                                                                                                                 la tierra una sola cosa que el olvido no borre o que la me-


                                                                                                                                 moria no altere y cuando nadie sabe en qué imágenes lo

                                                                                                                                 traducirá el porvenir” (Borges 176). Así, las actuales tecno-

                                                                                                                                 logías, igualmente sometidas a un proceso entrópico de la

                                                                                                                                 memoria y de la técnica, también “nos maravillan” o “reen-

                                                                                                                                 cantan” la existencia al aumentar nuestras facultades; quizás

                                                                                                                                 nos perfeccionen humanamente (he aquí un gran debate),

                                                                                                                                 otorgándonos, como en el caso de Google Earth, una visión


                                                                                                                                 panóptica del mundo y, contribuyendo, y quizás esto sea lo

                                                                                                                                 más borgiano del texto de Fernández Mallo, a la misión y la

                                                                                                                                 visión de un antiguo hacedor, pero un hacedor de la trans-

                                                                                                                                 cendencia inmanente.

                                                                                                                                     Con Fernández Mallo y su estética Punk, el hacedor es

                                                                                                                                 ahora el que ejercita el DIY (Do It Yourself): el que corta,

                                                                                                                                 pega, o graba su propia película con estética spam y, como

                                                                                                                                 los antiguos situacionistas franceses, confía en el azar, lo

                                                                                                                                 cual, irónicamente, parece tratarse del gran gesto desapro-


                                                                                                                                 piacionista. Recordemos el doble estatus agencial del sujeto

                                                                                                                                 posthumanista que nos anuncia Katherine Hayles. Se trata

                                                                                                                                 de “a poshuman that still engages the terms of subjectivi-

                                                                                                                                 ty (including agency, consciounesness, and will) but with a

                                                                                                                                 reflexive turn that avows the complexity of its dual status”

                                                                                                                                 (“un poshumano que todavía tiene en cuenta los términos

                                                                                                                                 de la subjetividad (incluyendo la agencia, la conciencia y la
             Figura 2. Índice de Postpoesía, Agustín Fernández Mallo.
                                                                                                                                 voluntad) pero con un giro reflexivo que confirma la com-






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                Revist a   de   alces   XXI                                                                                                                                           Número  3 , 2016-2017
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