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una cierta complicidad en favor de al menos una verdade­                                                                demasiados puntos de partida disímiles, demasiadas percep­

         ra coexistencia pacífica. Una sociedad tal tomaría como su                                                              ciones y objetivos contradictorios, demasiados objetivos de

         punto de partida el reconocimiento y la protección de la de­                                                            convivencia en oposición flagrante. Quizás sea poco lo que

         bilidad y diferencia de sus ciudadanos, de esos que siendo                                                              se pueda hacer para enmendar la tozudez de las mismas pa­

         humanos no pertenecen, ni tampoco quieren, a mi grupo; re­                                                              siones y emociones convocadas en la exclusión de los demás,

         conocería los miedos de todos sin hacer responsable a nadie                                                             pre via su conversión en indeseables, sucios, vagabundos,

         de los nuestros —pues son básicamente los mismos— y, más                                                                conta minantes de la pureza y claridad de la identidad étni­


         importante, sin estigmatizarlos como la fuente originaria de                                                            ca. Frente a la amenaza, la respuesta rara vez camina por el

         todo conflicto. En el caso del inmigrante más tardío, el ca­                                                            reconocimiento de nuestra común condición y las más de

         mino elegido ha sido el opuesto con muy pocas excepciones:                                                              las ocasiones asistimos al confinamiento físico o cultural de

         cerrar las fronteras, hacerlas menos porosas, purificar las ciu­                                                        todo aquel que disiente en espacios inocuos, algunos de ellos

         dades y las religiones frente a los infieles, o confinar la dife­                                                       a varios metros bajo tierra.

         rencia en campos de detención, retención, o confinamiento                                                                      Si lo racional dialogado no funciona del todo, no por

         fuera del cuerpo político y social legal. Siempre y en primer                                                           ello debemos dejar de lado el poder de leyes y normativas


         lugar, la deshumanización del otro, acompañada en la discri­                                                            para desenmascarar y condenar la conducta criminal. Sin

         minación etnicista del ejercicio de la violencia y las amenazas                                                         embar go, sería deseable al mismo tiempo combinar la repre-

         para expulsar a los menos renuentes a marcharse por su vo­                                                              sión de lo inaceptable con la elaboración de sueños realistas

         luntad. Este ha sido el caso del terrorismo de ETA y su brazo                                                           y viables de tolerancia e inclusión: una pedagogía de la paz.

         político: la persecución y el asesinato del oponente político,                                                          Como nos recordaba György Konrád, el nacionalismo más

         del disidente o del poco dócil a dejarse convencer.                                                                     obtuso no solo responde a ejercicios para compensar las ca­

                                                                                                                                 rencias de la menor inteligencia como a las fobias que la em­

         Una pedagogía por la paz                                                                                                botan y no la dejan florecer. Lo literario, las artes en gene­

                                                                                                                                 ral, con todo el potencial crítico por ellas desplegado desde


         Dejando de lado la intervención policial dirigida a perseguir                                                           la modernidad vendrían a desbrozar —o al menos tendrían

         el acto criminal, lidiar efectivamente con la respuesta violen­                                                         el potencial para abrir— el camino hacia el sueño de una

         ta requiere dispensar con el miedo y su corolario en la forma                                                           aceptación pacífica. No se es ingenuamente inocente ni se

         de exclusión; supone limitar las respuestas irracionales a la                                                           pretende contar historias beatíficas de reconciliación edulco­

         dificultad de algunos por asimilar la diferencia. Los excesos                                                           radas de bondad natural inexistente. Más bien se trata de lo

         de la irracionalidad difícilmente podrán contrarrestarse con                                                            contrario. Se acude a lo literario, a lo artístico, para promo­

         un diálogo racional entre seres sentados alrededor de una                                                               ver empatía, compasión hacia la circunstancia menos afortu­


         mesa social para discutir y resolver sus puntos de conflicto:                                                           nada de los demás, para ocupar su lugar en la ficción, para






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                Revist a   de   alces   XXI                                                                                                                                                       Número  0 , 2012
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