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Solo si nos situamos en los intersticios, en los bordes, a tación de lo mediocre y aun de lo vil, la restauración de un
mitad de camino entre el origen y el final del destino, en la poder oligárquico y demagógico, el narcisismo y la adula
marginalidad, por resumirlo en una palabra, mantendremos ción de la barbarie” (154). A poca razón que le otorguemos
la lucidez sobre las verdaderas intenciones de quienes nos al análisis de Azúa, no podemos dejar de ver las consecuen
halagan para que nos integremos en su grupo de manera na- cias sobre los cuerpos y las haciendas de quienes no se avienen
tural, o nos rechazan para que pongamos más tierra de por a participar o conceder la verdad última a ese “fanatismo” y
medio. La marginalidad y la inteligencia, señala irónicamen esa “barbarie”. La violencia viene muy a mano para reducir la
te Konrád, son una de las condiciones primor diales del in incertidumbre, inestabilidad, inseguridad y miedo paranoi co
telectual, y de cualquiera, que se atreva a ho radar fronteras de infiltración del enemigo y de traición del amigo en el in
(Antipolitics 218). Por lo tanto no puede sorprender que terior de la tribu. Una vez que el grupo consigue agluti narse
“identity is a spiritual prosthesis for those of middling in con la ideología identitaria, mantendrá la cohesión con la
telligence, a readymade text implanted in the brain” (“la recurrencia al estado de sitio permanente —la vigilancia y
identidad es una prótesis espiritual para los de inteligencia sospecha continuada, pues todos son susceptibles de infil
mediocre, un texto ya escrito e implantado en el cerebro”; tración y traición— aderezado por el miedo irracional a ver
Rebirth 99), esto es, un desprecio de la capacidad del pensa su supervivencia cuestionada. Las energías paranoicas de di
miento para alumbrar las buenas razones de la convivencia. solución acumuladas encuentran un apaciguamiento en el
Es más, en una de sus habituales Salidas de tono (1996) ejercicio violento. Su ventaja indiscutible es la de no tener
de Félix de Azúa sobre el nacionalismo —esa ideología del que fundamentar las supuestas amenazas ni tener que dialo
proselitismo exacerbado de una identidad particular— nos gar racionalmente, o emocionalmente si se quiere, con esos
dirá que este “está fomentando la adhesión ciega, la retórica que son su objetivo. El acto violento está en sintonía con la
encubridora, el culto a la personalidad, el fanatismo, la exal estructura irracional más profunda del grupo; purifica con
fuego y sangre el cuerpo social; y practica la eliminación del
infiltrado, del traidor o del excluido por la vía de un procedi
is an imposible wish, it denies the multifaceted nature of human reality. miento cercano al sacrificio ritual.
Human reality is plural; why would we want it to be monolithic?” (“La No es esta, afortunadamente, la única solución con
exigencia nacionalista —decide lo que eres y no seas nada más— se asien cebible. En lugar de resolver nuestra dependencia y vulne
ta sobre la pura especulación. Es un deseo imposible; niega la naturaleza rabilidad frente a los demás —o los miedos de disolución
multiple de la realidad humana. La realidad humana es plural. ¿Para qué
queremos que sea monolítica?”; Voice 6). Esta sería la pregunta, ¿por qué del razonable apego al lugar en que nacimos, a la lengua en
algunos quieren suprimir la pluralidad y sustituirla con “abstract specula que nos expresamos por primera vez o al paisaje en el que
tion”? ¿Por qué algunos nos quieren estrujar para meternos por el cuello crecimos— con la violencia, podría pensarse en una con
de botella de lo “monolithic” o expulsarnos de él sin mayores contempla figuración política que garantizase una cierta convivencia,
ciones?
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Revist a de alces XXI Número 0 , 2012