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sujeto a la formatización idónea para ser exhibido y vendi­  Claro que la desconfianza ante la técnica y ante la po­

 do en cualquier supermercado identitario. Por el otro, la res­  lítica de la que habla Innerarity habría que relacionarla con

 puesta es la retirada emocional a los rincones más oscuros,   su incapacidad para resolver, o con la desconfianza hacia un

 más protegidos y cerrados, de la identidad de cada cual, de­  mundo de escasa solidaridad, tanto local como global, en

 fendidos con nociones peregrinas como destino inaplazable,   caso de avecinarse el desastre natural, personal o colectivo.

 realización del lugar de cada cual en la historia, o la arcadia   Curiosamente, seguimos empeñados en dejarnos deslum­

 de una tribu sin fisuras, entre otras nociones, que no resisti­  brar más por catástrofes lejanas que por las interdependen­


 rían análisis más pausados. En cualquier caso, estas nociones   cias con los vecinos más cercanos, aunque hayan llegado de

 identitarias siempre se alejan, o renuncian, a ese destino co­  otros lugares. A ello se añade la dejación, cuando no el olvi­

 lectivo de la humanidad al que se refiere Morin.   do, de la función de la protección por parte del estado de sus

 El nacionalismo, entendido como defensa de lo pro­  ciudadanos, y la privatización de la seguridad en las manos

 pio frente a la invasión de lo ajeno, y su respuesta violenta   individuales de cada cual. La seguridad colectiva se ha tor­

 al objeto de proteger lo propio amenazado, no hablaría de   nado en asunto de preocupación individual. Todo contribu­

 otra cosa que de la aparición de un miedo e incertidumbre   ye como nada a la inflación del miedo, un miedo que como


 imposibles de apaciguar. O a duras penas conseguiría apaci­  apunta Zygmunt Bauman, hará referencia por igual a lo que

 guarlos con la llamada al integrismo o al fundamentalismo   afecta a nuestra seguridad personal —nuestro sentido de

 nacionalista, o a ambas cosas a la vez: la cerrazón sin fisuras   identidad y nuestra posición social— como pérdida de sta­

 en lo propio, erigiéndolo en dogma identitario, previamente   tus o pérdida de la vida (Fear 4, 18). Frente a ellos es solo

 purificado de contaminaciones foráneas. Y ya se sabe que el   natural el buscar refugio en el grupo más pequeño, en la tri­

 miedo, si bien aglutina al grupo en torno a una misma doc­  bu más homogénea, esto es, en lo más conocido y en lo que

 trina, en nada contribuye a la “metamorfosis productiva” de   produce un mayor grado de certidumbre. Solo el grupo más

 lo que lo produce para erradicarlo o domeñarlo (Innerarity,   cerrado, el grupo de los supuestamente étnicamente iguales,

 “Miedo” 27). Siguiendo a Daniel Innerarity, ni la técnica ni   nos cobija cuando caemos económicamente o nos perdemos


 la política —la primera, más accesible en el mundo global,   en el batiburrillo de identidades globales. Pero ya se sabe que

 pero tremebunda más que otra cosa, y la segunda, incapaz de   la protección buscada en el grupo más unitario nos condena

 transformar al diferente en semejante, aunque miembro dis­  a vivir en una prisión, sin libertad para pensarnos y hacernos

 tinto de mi misma comunidad (“Miedo” 28)— consiguen   en respuesta a nuevos retos, por mucho que sus paredes sean

 protegernos ya frente a la catástrofe de una vida censurada   de cristal trasparente.  Sin exponernos, sin entrar en contac­
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 por el miedo, apagada, muerta por no atreverse a salir del ar­

 mazón protector de barreras físicas y mentales cada vez más


 y más altas.  1  En realidad, y siguiendo a Roberto Esposito, “we lose that social cir­
         culation, which is to say that appearing of existence outside of itself that




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 Revist a   de   alces   XXI                                              Número  0 , 2012
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