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ha de ser por necesidad —y este es el segundo de los rasgos a   ca como esferas separadas, la primera de ellas sólo se vuelve

 que me refería más arriba— una sociedad tensionada, es de-  inteligible en su relación con la política —y ésta, a su vez,

 cir, atravesada por el desequilibrio y la inestabilidad (Streeck   en relación con la economía—. Se quiere decir con ello sim-

 5). En definitiva, y como en su momento comentó Manuel   plemente que la esfera política es punto de referencia obliga-

 Sacristán, una sociedad así exige una “eterna estabilización   do en las especulaciones acerca de la localización social de la

 capitalista; la cual, como no parece que pueda serlo econó-  cultura. Veamos un ejemplo concreto para aclarar lo que se

 mica, habrá de ser política, con una forma u otra de repre-  quiere decir.

 sión, fascista polícroma o fascista gris-burócrata” (176).    He elegido dos breves intervenciones recientes, apare-
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 Llegados a este punto surge la pregunta clave: ¿qué papel   cidas  con  posterioridad  al  comienzo  de  la  Gran  Recesión,

 le cabe a la esfera cultural en una sociedad como la aquí vis-  que  se  complementan  con  precisión,  previsiblemente  por

 lumbrada? Y, por añadidura, dada la necesidad de una cons-  gravitar cómodamente alrededor de la galaxia PRISA, o sea,

 tante estabilización política de las periódicas crisis económi-  en este caso, del diario El País, uno de los centros de refe-

 cas, ¿qué tipos de relación entre la esfera de la política y la   rencia más influyentes de la llamada “izquierda liberal” o,


 esfera de la cultura pueden ser funcionales para ese objetivo   también, “socio-liberalismo.”  En la primera de ellas, “La
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 de contención?  falacia  política,” el escritor Javier Cercas nos enfrenta, ya

 En las páginas que siguen presentaremos algunas de las   desde el mismo título, con el señuelo de una discusión so-

 respuestas que la tradición liberal da a estas preguntas. En-  bre el asunto de la identificación del arte con la política:

 contraremos variedad, por lo que la perspectiva liberal termi-

 na dibujando con el paso del tiempo una esfera cultural do-  El mercado de las ideas es como el otro: hay productos que de

 tada de capacidad adaptativa a las circunstancias económicas   golpe se ponen de moda y de golpe, tras envejecer rápidamente

 y políticas cambiantes. Otro dato de interés es que, aunque

 algunos autores piensen la esfera cultural y la esfera políti-


         6  Encontramos una autodescripción de esta postura ideológica en Gracia:
         “[L]a gente de mi edad, en torno a la cuarentena,” tenemos “la propen-
 libro que Antoni Domènech dedica a la tradición republicana.  sión mítica o legendaria” poco desarrollada. “Ni siquiera nos adorna una

         derrota de bulto o la decencia de haber creído alguna vez en algo grande

 5  Otra manera de enunciarlo, parafraseando y adaptando un comentario   y verdadero. […] [H]emos cumplido la ruta de apacibles burgueses refor-
 de Álvarez-Uría y Varela, es que el estado de cosas que se ofrece a la con-  mistas, votantes de izquierda con la conciencia tranquila, solidarios de
 sideración del “estudioso profesional de la cultura” queda bien expresa-  cuenta corriente y manifestación invariablemente lúdica. […] Somos los

 do en el siguiente enunciado: entre la cultura y la política se encuentra la   demócratas de toda la vida en España y no sé si eso imprime carácter o lo

 lógica capitalista del beneficio individual, es decir, “la cuestión social, la   quita, pero en todo caso a mí me hace vagamente incrédulo ante las fie-
 cuestión de si es posible la existencia de una sociedad integrada en el mar-  bres revolucionarias que nublaron la vista, hace ya más de muchos años, a
 co de una sociedad de mercado” (18).  escritores que son hoy ejemplares [cursiva en el original]” (16-17).








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 Revist a   de   alces   XXI                                              Número  0 , 2012
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