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porque le salen todas negras (un género literario tradicional­                                                          PRISA es bueno para España y para Leo, pues a la postre

         mente masculino) y tiene que ser Ángel el que termine de                                                                será Ángel quién la salve del suicidio y le ayude tanto a fina­

         escribir las novelas rosa que Leo estaba obligada a terminar                                                            lizar su contrato con la editorial como a encontrar su estabi­

         contractualmente, firmándolas con el pseudónimo femenino                                                                lidad emo cional.

         de Paqui Derma.                                                                                                                A esta altura del argumento podría objetarse que ni

                Es innegable que hay un descentramiento importante de                                                            Ángel ni Paco son figuras paternas para Leo, sino que más

         géneros, nombres e identidades. El problema es que esta in­                                                             bien son objetos de deseo. Ya señalamos en la introducción


         versión potencialmente subversiva se identifica con una for­                                                            que la ley del padre no corresponde con el padre biológico,

         ma de autoridad paterna simplemente enmascarada, aunque                                                                 sino que más bien se trata de una función, una metáfora que

         no es poco, en una identidad femenina. Paqui es el apelati­                                                             viene a ocupar el lugar de las prohibiciones y la regulación

         vo de Francisca, el femenino de Francisco, Paco, el marido                                                              del deseo. Pero además es la propia narración fílmica la que

         de Leo y, por extensión, Francisco Franco, el dictador. Pero                                                            marca a Leo como una mujer histérica, incapaz de articu­

         además de esta circulación e inversión de nombres y géneros,                                                            larse como sujeto deseante autónomo, sujeta al nombre y la

         el padre benévolo y feminizado está claramente identificado                                                             autoridad del padre, marcada por los límites simbólicos del

         con la posición política de la socialdemocracia española.                                                               poder fálico que Paco le impone violentamente. Esta posi­

                La primera vez que Ángel aparece en la película vie­                                                             ción es además transmitida culturalmente de madres a hijas


         ne precedido de un plano picado hacia arriba de la antigua                                                              como un destino biológico inamovible. Cuando Leo decide

         sede de  El País  en José Miguel Yuste. Después entra Leo                                                               volver al pueblo para superar su desengaño amoroso —una

         en este plano que tiene por objeto transmitir visualmen­                                                                vuelta a la naturaleza, por cierto, también estereotípicamen­

         te la grandiosidad del edificio y la empresa. Más tarde la cá­                                                          te “femenina” — su madre (Chus Lampreave) le explica que
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         mara muestra un primer plano de los rotativos con los pe­                                                               las mujeres sin un hombre se vuelven locas; son como vacas

         riódicos circulando hasta que la cámara panea hacia abajo,                                                              sin cencerro.  En palabras de la madre:
                                                                                                                                                       9
         enfocándose,  en  un  plano  picado  desde  arriba,  en  Ángel,


         que le está diciendo a un compañero de trabajo: “Este es el                                                                    Yo también estoy como vaca sin cencerro, pero a mi edad es más
                                                                                                                                        normal. Por eso quiero vivir aquí en el pueblo. Cuando a las mu­
         sitio que más me gusta de todo el periódico”, a lo que éste                                                                    jeres nos deja el marido, porque se ha muerto o se ha ido con

         responde, “a mí me encanta, es cómo el corazón y las arte­

         rias”. A esto Ángel añade, “Si esto no funciona El País [el

         país] no funciona”. Esta deliberada confusión entre homóni­                                                             8  Le debo esta importante observación a Eva Calieri, una estudiante

         mos —El País como periódico y el país España— es clara­                                                                 de mi seminario sobre el cine de Pedro Almodóvar.

         mente pres criptiva. El País y el país son una y la misma cosa,                                                         9
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         de manera que lo que es bueno para El País (valga decir para                                                            llamaba “Una vaca sin cencerro” (89).







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