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miliarizado con el cine de Berlanga creo que convendrá en   siempre son descubiertas y ridiculizadas” (J. A. Ríos Carra-

 la distancia que le separa del de Alfonso Sánchez, más es-  talá). Pero si esta definición parece un tanto forzada (el final

 tentóreo, más gesticulante, más exagerado, más esperpén-  generoso de la cinta prueba que er Cabesa y er Culebra son


 tico, si cabe; y más urbano, también.  gente de corazón noble que dan todo lo robado a Fermín

 Valga esta referencia al teatro de Valle-Inclán para dar en-  para que éste pueda salvar su empresa y a sus trabajadores),

 trada a la posible influencia que otros dramaturgos pueden   sí que quedan retazos de astracanada en la obra de un Sán-

 haber tenido en la obra de Sánchez. Se me ocurre en pri-  chez y López que son afines aquí al teatro de Muñoz Seca y

 mer lugar pensar en Mihura, sobre todo del primer Mihu-  Pérez Fernández, desde las falsillas sentimentales (la del ino-


 ra, el de un Tres sombreros de copa, donde aparecen perso-  pinado romance de er Culebra con la cajera y las miraditas

 najes tipo commedia dell’arte como ‘el alegre explorador’, ‘el   entre er Cabesa y la periodista de Canal Sur) a la disparata-

 odiado señor’, ‘el anciano militar’, ‘el guapo muchacho’….   da situación que hace posible que un suicida secuestre una

 “tópicos vistos con lentes de aumento”, como diría Calvo y   oficina bancaria que ya está siendo robada a mano armada;


 Sotelo, y cómo es posible entrever en los personajes de El   desde la tipificación del andaluz (sevillano) a algunos apo-

 mundo es nuestro. (Recordemos que Mihura es el dialoguis-  dos (también el gentilicio de ‘chino’) que hacen factible el

 ta del guion que Berlanga y Bardem escriben para Bienve-  equívoco; queda también el ripio que da lugar al chiste fácil

 nido, Mr. Marshall). A saber (y por parejas): el patibulario   y casi siempre sexualizado. Si este cúmulo de factores logra


 empresario frente al parado de los chapús; la menos dicha-  crear un nítido “abultamiento, deformación, exageración de

 rachera reportera frente a la funcionaria burgalesa; el repo-  la realidad a la que se tuerce y descoyunta para mejor efec-

 nedor ingeniero frente a su hipotecada cari; la desafecta ca-  to cómico”, según la definición que brinda Andrés Amorós

 jera y el afectuoso interventor; la entregada limpiadora y el   sobre el astracán, esa deformación nunca pierde de vista la


 lenguaraz director; y el vivo chino. Por último, quedan en   trágica (“chunguísima”) realidad de la que emana y a la que

 el tintero el desesperado exempresario suicida y los propios   denuncia con toda la seriedad que cabe.
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 protagonistas, los canis, los manguis, los notas. (Esto, por   Sea como fuere, queda pendiente dilucidar cómo es que Sán-

 solo hablar de los que, teatralmente, quedan confinados al   chez (y López) logran aquilatar esa presupuesta ambigüedad,


 escenario de la sucursal bancaria).   es decir, cómo hacen para llegar a esa apenas deformada reali-

 Valdría asimismo fijar un parentesco lejano con la astra-

 canada. De hecho, habrá quien encuentre en er Culebra

 y er Cabesa la figura del fresco (los frescos en este caso),   12  De entre las dos definiciones que da la RAE sobre la voz ‘farsa’ “(o)bra


 ese personaje entre lo cómico y lo costumbrista, “un píca-  de teatro cómica, generalmente breve y de carácter satírico” y la ‘despec-
         tiva’ “(o)bra dramática desarreglada, chabacana y grotesca”, la primera
 ro o un granuja que inventa patrañas sin maldad real y que   prevalece.






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