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doble nivel de significación que se cierra a sí mismo en bu-  (¿de ahí también el relativo desconocimiento de ‘er Cabe-

 cle sobre la gestante y gesticulada ambigüedad. Y tal parece   sa’ en este su tiempo?) que a la del comedido Horacio. De

 ser su efecto que hay entre la crítica quien cataloga el cine   este modo, si Alfonso Sánchez representa algo es precisa-


 de Sánchez y López como exponente de una “tradición,   mente una apuesta sostenida contra un (¿post?)capitalismo

 purista y rancia, de la que se consideran valedores” (Jódar   globalizado, (qué mejor enclave para planearla en su pri-

 y Gómez 179). Sorprende esta valoración, pues es patente   mer largo que una sucursal bancaria), contra sus maneras,

 de corso que el sarcasmo que rodea algunas de esas supues-  así como contra aquellos que lo sustentan auspiciando una

 tas proclamas ‘puristas’ se dinamite de raíz en el conjunto   brecha, que se nos presenta como inmoral e impía, entre


 del mismo metraje; no digamos si el estudio se expande al   los que tienen y los que no.

 cine de Sánchez protagonizado por el resto de personajes.   Ponderada la sátira como Sánchez manda, se viene de

 Los críticos granadinos parecen tomar demasiado al pie de   inmediato a la cabeza el valor de una fuente mucho más

 la letra ciertas afirmaciones de los cortos en que aparecen   mediata y como tal reconocida por el director sevillano.


 los personajes de Rafi y Fali, afirmaciones tomadas en una   Me refiero a Luis García Berlanga (y a su tantas veces [co]

 literalidad que obvia la mayor respecto a la propia natura-  guionista Rafael Azcona). Trazos como el corto que hacen

 leza de la satírica farsa. Quiero decir con esto que, si Rafi y   para promocionar la realización de El mundo es nuestro por

 Fali pudieran ser vistos como exponentes de ese pijerío se-  medio de una campaña de suscripción popular, que titu-


 villano, Sánchez (y López) apuestan justamente por lo con-  lan con el sugerente “Apadrina a un tieso”, recuerdan tanto

 trario, es decir, por la divertida voladura de una supues-  al eslogan “Ponga un pobre a su mesa” que la conexión no

 ta sevillanía que mueve a risa.  En este sentido, retomo el   puede ser casual. (Recordemos que esta especie de caritati-
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 estudio de Stott para proponer la condición aristofánica   vo eslogan sería el primer título propuesto, aunque nega-

 de El mundo es nuestro gracias precisamente a su natura-  do por la censura, para la que al final sería Plácido.) Clara

 leza satírica, más próxima a la estela estentórea de Juvenal   es también la sintonía con una de las últimas películas di-

         rigidas por Berlanga, un Todos a la cárcel que señalaba en


 11  Pienso en particular en las apariciones de er Cabesa y er Culebra que   orquestado orfeón las corruptas vesanias propias de la de-

 venimos trabajando, pero también en las de los Titos, en las de JM y Juan   mocracia española del fin de siglo XX, en la línea de lo que
 Raúl y, muy especialmente, en las protagonizadas por Antonio y Nicolás,   vimos también en la saga de las ‘Nacionales Escopetas’ y, ya
 para los que categorización de ‘rancia y purista’ no es posible. No me ol-

 vido, por último, de su quehacer en la campaña publicitaria organizada   antes y aun desde diferentes ángulos, en otras producciones

 por la Junta de Andalucía para hacer frente a la xenofobia, ejemplo para-  quizás más contenidas en la algarada, aunque igualmente
 digmático en la defensa de unos valores meridianamente contrapuestos a   críticas con el poder, como Bienvenido, Mr. Marshall y El
 ese ‘rancio purismo’ que Gómez y Jódar parecieran expandir por la obra

 de Sánchez gracias al valor transmedial de la misma.  verdugo. Ahora bien, cualquiera que esté medianamente fa-





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 Revist a  de  al ce s XXI                                            Número  6 , 2024
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