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de ser confundida y confundirse con esos tantos otros, de   objeto; que internalicen el papel del Otro, que no sean vis-

 verse allí donde está ausente y al riesgo de descubrirse au-  tos ni oídos a no ser que actúen como gitanos y margina-

 sente donde cree estar (39), haciendo uso de su privilegio   dos, y que sean reducidos al silencio el resto del tiempo. Y


 de ser todavía una turista eventual y virtual para suspender   ambas, historia y mirada, son las que igualmente provo-

 ese “efecto retorno” (39) y detener sus inseguridades en ese   can, tras fomentar que estas diferencias creadas se interpre-

 otro lado del espejo, así como de su lente con el fin de no   ten como una barrera cultural para rápidamente traducirlas

 verse expulsada de esa única historia que conoce y de la que   en estigmatización racial, que el posible encuentro dialógi-

 no quiere dejar de formar parte. La misma que también le   co entre los unos y los otros nunca se produzca en un cara a


 apremia a dejar todo como está. A seguir tropezando, a tra-  cara levinasiano, en otros términos que no sean asimétricos

 vés de estereotipos y prejuicios maniqueos, con el lengua-  y que, por supuesto, llegue a buen término.

 je identitario y la simplificación textual como herramientas   “Queremos a alguien. Alguien. Alguien. Cualquier res-

 defensivas y a observar a esos otros “con entretenido desdén   ponsable que venga, por favor, a hablar con nosotros. A dia-


 y pena”, citando a W. E. B Du Bois (1903), hasta provocar   logar con el barrio” (Can Tunis 00:00:30). Estas habían sido

 que éstos tengan que verse a sí mismos a través de las expec-  las primeras palabras de Manuel para un documental que

 tativas de esos ojos que no son los suyos, que necesiten de-  empezaba in medias res y en medio de esa autovía a la que

 mostrar que son dignos de ser reconocidos y aceptados por   los últimos vecinos de Can Tunis acudían frecuentemen-


 ellos y que, a pesar de su esfuerzo, se sientan todavía culpa-  te para cortar el tráfico saliendo con diligencia de su letar-

 bles de estar, de no tener y de ser quiénes son. De no saber   go, esquivando toxicómanos y sorteando quitamiedos para

 dar unos pasos flamencos ni entonar las correspondientes   desempeñar cada uno de ellos su correspondiente papel en

 notas, como le sucede a uno de los amigos de Juan, a pe-  escena sin que nadie les diera instrucciones sobre qué hacer


 sar de sus reiterativos esfuerzos; de tener que justificar con   en ella y arremolinarse alrededor de un Manuel rejuvene-

 vergüenza y arrepentimiento su paso por la cárcel y el por-  cido que no solo hacía gala de su característica y reiterati-

 qué de sus adicciones, en el caso otra vez de la esposa y de   va agilidad discursiva, sino también de una madurez y una

 uno de los hijos de Manuel; y de que éste recrimine a Juan,   autonomía inusitadas a través de la que Juan, observándolo


 en uno de sus tantos insultos, que le avergüenza su “con-  con admiración, recuperaba su infancia. Sin embargo, estos

 ducta de gitano” (Can Tunis 00:25:34). Cómplice siempre   actos performativos y colectivos que prometían pasar “de la

 de la misma historia, esta inquisitiva mirada es la que pro-  representación de la realidad a la realidad de la representa-

 mueve que la carga representacional que les define a todos   ción”, citando ahora a Bourdieu en su definición sobre la


 ellos como una minoría racial y no racializada se perpetúe   “dialéctica de la manifestación” (117), y que ya se habían

 haciendo que estos no dejen de pensarse a sí mismos como   convertido en rutinas cotidianas se quedaban en unos me-






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 Revist a  de  al ce s XXI                                            Número  6 , 2024
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