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ros entremeses que no podía desempeñar otra función que   a admitir su inquietud ante sus incontables y siempre más

 la del entretenimiento ajeno con unos actores que, en es-  tangibles fracasos.

 pera y siempre con menos esperanzas, debían quedarse sus-  Los miedos que ella misma desvelaba a la vez que repro-


 pendidos en el espacio y en el tiempo sin tener la oportuni-  ducía en su periplo a ese otro lado son los que igualmente

 dad de convertirse en un movimiento.   personifican unos ciudadanos de pleno derecho que, en su

 Tras pretender abrir la puerta a un relato otro, estas inte-  prerrogativa de creer que todavía pueden tomar decisiones

 rrupciones quedaban relegadas a un segundo plano del mis-  y elegir posiciones, a pesar de verse retenidos en esa misma

 mo modo en el que lo hacía la crítica a la modernidad, el   vía rápida que durante décadas ha hecho lo propio con la


 propósito inicial del documental, para ceder espacio a esa   vida de los habitantes de Can Tunis, optan por contemplar

 misma historia de siempre y mostrar lo fácil que es conver-  con indiferencia a esos otros que todavía deben reivindicar

 tirse en cómplice de un esfuerzo recolonizador que nun-  su derecho a tener derechos para poco después, frustrados

 ca se ha aprendido a diagnosticar. Los propios directores   ante una espera que se anuncia indefinida, negarse a escu-


 de Can Tunis, los mismos que habían respondido al llama-  char unas protestas que creen ajenas con un “será tu pro-

 miento de Manuel personificando con su cámara a ese “al-  blema, pero no tiene por qué ser el nuestro” (00:56:33); un

 guien” y que se habían dejado llevar inmediatamente por la   punto y final reprochado por uno de ellos a Manuel con la

 soltura y dinamismo del evento, hasta el punto de afirmar   arrogancia y prepotencia de aquel que, tras autoerigirse re-


 con rotundidad un “yo soy amigo de él” ante la pregunta   presentante de una masa, se piensa que decir la última pa-

 de un policía sobre qué hacían en ese escenario (Can Tunis   labra es un signo de ventaja corroborando así una división

 00:19:34), no habían tardado en dejarse llevar por las po-  entre los unos y los otros que, como recuerda Étienne Bali-

 sibilidades fílmicas del barrio. José González y Paco Toledo   bar (129), abre la puerta a la legítima supresión de derechos


 caen en la tentación de retratar y racializar a unos héroes en   y a la normalización de la intervención policial.

 ciernes ya caídos en desgracias, así como de redescubrir y   Mientras la cámara se distrae de nuevo en la diatriba de

 documentar a una comunidad históricamente marginada a   diferenciar quién es quién en un mismo escenario, uno en

 la que habían acudido con el objetivo de mostrar, en su afán   el que la conciencia cívica y el disenso se presentan como


 por despertar la conciencia crítica de la ciudad y fomentar   términos opuestos, el alegato de democratizar la democra-

 el desaprendizaje de los privilegios, lo que se podía perder y   cia formulado por unos e ignorado por otros actúa como

 llegar a ser en un país que ponía a sus ciudadanos a dispo-  un subterfugio con el que distraer la atención del número

 sición de designios económicos externos, y no a la inversa,   siempre más elevado de policías que, de forma impercep-


 con el beneplácito de estos: más propensos a observar en si-  tible, se multiplican en esa carretera, en el barrio y en Can

 lencio las hazañas nacionales con orgullo y satisfacción que   Tunis; una presencia que pasa desapercibida para una mi-






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 Revist a  de  al ce s XXI                                            Número  6 , 2024
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