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Madariaga, otra de las figuras representativas de la tercera junto con otros intelectuales de la época, en el terreno fron-
España, reedita España: Ensayos de Historia Contemporánea, terizo de la tercera España.
que vio la luz originalmente en 1931 pero que el intelectual El caso de Miguel de Unamuno, no exento de polémica,
amplía desde el exilio, publicándose de nuevo en Buenos ya que inicialmente apoyó el alzamiento militar para des-
Aires en 1942. En esta versión actualizada de su libro, Ma- pués condenar el sinsentido de la guerra civil y el radica-
dariaga resume la problemática de la guerra civil, aseveran- lismo que percibía en ambos bandos, quizá sea el que me-
do que “ambos lados estaban en minoría dentro de su zona, jor encarne la complejidad de la tercera España. Desde el
puesto que ambos eran extremistas en una masa moderada” comienzo de la guerra hasta el 31 de diciembre en 1936,
(615). Esta masa moderada es lo que para Madariaga es “la cuando fallece, toma apuntes acerca de sus impresiones so-
manifestación de la España real” (672) y le conduce a su bre los terribles acontecimientos que se suceden. Estas ano-
intento de poner fin a la guerra civil, elaborando una serie taciones permanecieron inéditas hasta 1991, cuando fueron
de propuestas y pidiendo la intervención de Inglaterra, tal publicadas bajo el título El resentimiento trágico de la vida.
y como atestigua la correspondencia que mantuvo durante Notas sobre la revolución y guerra civil española. Aquí, Una-
1936 con Anthony Eden, ministro de Asuntos Exteriores muno habla, de forma sarcástica, de los “hunos y de los ho-
británico, y que ha sido recientemente publicada y anotada tros” para referirse al carácter extremista que existe tanto en
por Antón M. Pazos. el bando nacional como en el republicano, afirmando que
Tras el intento de Madariaga, Marías escribe una serie de “[e]ntre los hunos y los hotros están descuartizando Espa-
artículos, publicados sin firma en la mayoría de los casos, en ña” (21). Debido a su postura con respecto a los aconteci-
el ABC republicano de Madrid y recogidos por Helio Car- mientos que, a pesar de ser cambiante, refleja la compleji-
pintero en Una voz de la “Tercera España”: Julián Marías, dad que implica desvincularse de ambos bandos, Unamuno
1939, en los que interpela a la nación española a iniciar el es una figura que, como representante del exilio interior, se
proceso de paz. En La España real Marías reflexiona sobre asimila al concepto de la tercera España en su intencional
estos escritos que, como indica, escribe con la colaboración distanciamiento, si no físico, como ocurrió con los exiliados
de Julián Besteiro en el último mes de la guerra: “Los textos que dejaron el país, al menos moral.
que yo escribí se publican en algunos de los periódicos, se Entre la crítica destacan las contribuciones de Paul Pres-
daban por la radio, porque yo escribía tanto para una zona ton y Andrés Trapiello con respecto a la noción de la ter-
como para otra. Yo escribía para todos los españoles, en un cera España. Preston, en Las tres Españas del 36, reivindica
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esfuerzo bastante penoso y arriesgado, para convencerlos de
sus dobles errores (…)” (740). El afán de acabar con la gue- 1 La tercera España de César Vidal, por el contrario, sobresale negativa-
rra y dejar atrás los partidismos es lo que sitúa a Marías, mente entre estos estudios debido a la aproximación superficial y poco
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Revist a de al ce s XXI Número 6 , 2024