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un enfoque que transciende la visión maniquea de la guerra   Incluso proponentes de la noción de la tercera España como

 civil. Por medio de un recorrido que profundiza en la vida   Trapiello y Rafael Zaragoza Pelayo hablan de “la tercera Es-

 de nueve personajes históricos, desde Franco a Dolores Ibá-  paña que no pudo ser” (344) y “una tercera España imposi-


 rruri, el crítico ilustra las tres Españas. Más recientemente,   ble” (191), respectivamente. No obstante, el hecho de que la

 Trapiello en Las armas y las letras: Literatura y Guerra Civil   tercera España como proyecto de futuro que busca una paz

 (1936-1939) identifica “la tesis general” de su libro con una   conciliadora no llegara a materializarse no significa que sus

 interpretación del conflicto bélico español en que la tercera   representantes y las manifestaciones de este deseo dejaran de

 España es una realidad preponderante: “aquella no fue una   existir o no constituyan una parte esencial de la realidad es-


 guerra civil entre dos Españas, como erróneamente creímos   pañola. En segundo lugar, otros críticos identifican la tercera

 muchos durante tantos años, (…) sino la determinación   España con los exiliados de la guerra y la posguerra. Así, Paul

 de dos Españas minoritarias y extremas para acabar con la   Aubert equipara la tercera España con los exiliados del año

 otra, la mayoritaria tercera España en la que podían haber-  36 en su artículo “La ‘guerra civil’ de Miguel de Unamuno”,


 se integrado gentes de toda condición, edad, clase e ideolo-  mientras que Rockwell Gray incluye en este sector a aque-

 gía (…)” (21). Esta tercera España, en la que se incluyen un   llos exiliados que aspiraban a construir un plan de futuro

 amplio abanico de posibilidades, es la que se presenta en El   desde el extranjero (65). Bajo mi punto de vista, estas defi-

 laberinto del fauno.  niciones limitantes no son productivas y, por ello, no abogo


 Otras acepciones más restrictivas de la tercera España han   por una tercera España uniforme, sino por un concepto in-

 sido esgrimidas por la crítica. En primer lugar, Milagrosa   clusivo y fluido que da nombre tanto a las personas que per-

 Romero Samper apunta al hecho de que la tercera España   manecieron neutrales, como a los que se vieron obligados a

 como proyecto utópico surgió de forma inmediata a partir   participar, en mayor o menor medida, en el conflicto bélico.

 de la idea original de “esa parte de españoles que no se iden-  A este respecto, es revelador el estudio de James Matthews,


 tifican con ninguno de los dos bandos o, mejor, que disen-  Reluctant Warriors: Republican Popular Army and Nationalist

 tía del curso que habían tomado los acontecimientos” (306).   Army Conscripts in the Spanish Civil War, 1936-39 en el que

         se pone de relieve la naturaleza obligatoria del servicio mili-


         tar para muchos de los soldados que lucharon en la guerra,
 rigurosa al concepto de la tercera España que aplica, sin mucho criterio,   justificado por la ley vigente en la época. Matthews apunta a
 desde la Edad Media hasta el siglo XX. En este sentido, Ulrich Winter

 observa de forma acertada que el texto de Vidal “está impregnado fuer-  la aleatoriedad de este sistema, refiriéndose al sistema exter-

 temente por el idealismo transcendental-teleológico, con tintes de un   no que obligaba a los soldados llamados a filas a matar por
 panfleto de nacionalismo centralista, disfrazado de historiográfico e ilus-  una ideología específica e impuesta (3). Las implicaciones
 trado” (20). Este estudio queda, por tanto, descartado de mi concepción

 de la tercera España.   que se derivan de esta obligatoriedad no se limitan al sector





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 Revist a  de  al ce s XXI                                            Número  6 , 2024
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