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mic a la publicidad, pasando por el cine de Hollywood, el   violencia mediática y xenófoba que satirizó en su momento

 videoclip o la televisión, esos referentes apuntan sin duda a   El día de la bestia (de la Iglesia 1995). Tras los despliegues

 la creación de un nuevo look para el cine español, más trans-  de europeización y ultramodernidad no sólo se encuentra


 nacional sin duda. Cabe subrayar que muchas de esas obras   el populismo casposo del empresario reconvertido en alcal-

 son cine de género o recurren a sus convenciones en diver-  de corrupto Jesús Gil, o el sadismo criminal y mediático del

 sa medida. El thriller en particular entra en la academia de   caso Alcàsser. Los años 1990 tienen también una fontane-

 cine con tres años seguidos de premio Goya a la mejor pelí-  ría de terrorismo de estado (los GAL), chulescos banque-

 cula para el género en tres de sus variantes: la ya menciona-  ros sin escrúpulos ni dinero (Mario Conde) y políticos que


 da Días contados, Nadie hablará de nosotras cuando hayamos   prueban que en democracia se prevarica igual que se hacía

 muerto (Díaz Yanes 1995) y Tesis (Amenábar 1996). Años   durante el franquismo (Luis Roldán). Bajo el oropel de esa

 más tarde, el cine que vuelve a los años 90 con cierta inten-  década de ínfulas europeístas y ansiedades globalizadoras, se

 ción revisionista traduce la década en thrillers de muy dis-  hallan lo que terminará llamándose las cloacas del estado: el


 tinta factura. Alberto Rodríguez vuelve a ser el director con   submundo de policías de la antigua brigada político social

 más protagonismo en esa traducción genérica.   aún activos y hasta determinantes en los vaivenes del po-

 Grupo 7, en la que no me voy a detener, retorna a uno de   der. La década de 1990 se ha llegado a llamar la “época de

 los macroeventos clave de la década, la exposición universal   los dosieres” y la película de Rodríguez, de hecho, muestra


 celebrada en Sevilla en 1992 donde los policías encargados   un par de ellos. Informes, narrativas, historias falsas o ter-

 de “limpiar” la ciudad en preparación para la Expo están   giversadas circulan durante toda una década de escándalos

 inspirados en una brigada real.  Es, sin embargo, El hom-  políticos y financieros. En ese contexto, cabe preguntarse
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 bre de las mil caras la película que traduce el espíritu de la   qué personaje podría cifrar la esencia de esta época de apa-

 década en un relato de mendacidad generalizada. Y es que   riencias y dobleces. La guerra civil y también el franquismo

 detrás de esta sociedad de espectacularidad y macroeventos   tuvieron niños que empezaban a comprender, opresivas fi-

 no sólo se haya la España profunda de jamones, ricos pro-  guras paternas y jóvenes deprimidos o desnortados en una

 vincianos y toros de Osborne que retrató en su día una pe-  serie de películas icónicas como Cría cuervos (Saura 1976),


 lícula como Jamón, Jamón (Luna 1992) o el trasfondo de   El desencanto (Chávarri 1976) o Nueve cartas a Berta (Mar-

         tín Patino 1966), por citar tres de las más representativas.

         Para contar la historia de la democracia española a través
 soro o Alejandro Amenábar y otros menos encuadrables en esa categoría
 como Isabel Coixet, Icíar Bollaín o Julio Medem.  de individuos que se mueven en la sombra, que median y

         mienten, se ha propuesto ya la figura del comisario Villare-
 16  Para un análisis detallado de la película en relación a los eventos de

 1992, véase Fernández Cebrián.  jo, aunque éste aún no tiene su película de ficción. Sí la tie-





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 Revist a  de  al ce s XXI                                            Número  6 , 2024
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