Page 131 - Revista6
P. 131

o castigo. Todo ello retratado y transmitido mediante una   española en la órbita de un thriller global de calidad, sino

 “producción de calidad,” una en la que importan sobrema-  que la hace depender mucho menos de una genealogía na-

 nera lo que en inglés se llama, en plural, “production val-  cional de tremendismos y violencias endémicas. Especial-


 ues,” un término que no voy a considerar solo como buen   mente cuestionable es hablar del “retorno” de los directores

 hacer técnico, sino que se convierte en un factor relevante   españoles a “the brutality of Spaniards, their residual ani-

 en la discusión de las relaciones entre cine y nación.  mality of conduct, with insistence even on the same broad

 Como cine de género, como thriller de calidad, La isla mí-  metaphor —human relations as a hunt” (“la brutalidad de

 nima no tiene nada que envidiar al producido por otras in-  los españoles, la animalidad residual de su conducta con in-


 dustrias cinematográficas, la de Hollywood incluida.  Ese   sistencia incluso en la misma metáfora extendida —las rela-
 13
 es uno de los comentarios recurrentes en la valoración del   ciones humanas como caza”; mi trad.; Hopewell, citado por

 cine de Rodríguez y del de una serie de directores de género   Whittaker, “Crime” 48). Referencias culturales de esta ín-


 que se afianzan como tales en las primeras décadas del siglo   dole revelan presunciones esencialistas o discursos de excep-

 XXI: Enrique Urbizu, J.A. Bayona o, como veremos, Ro-  cionalidad nacional diametralmente opuestos a la voluntad

 drigo Sorogoyen. Al reseñar la película de Rodríguez, por   transnacional de este cine de género (y de calidad). Como

 ejemplo, se suele invocar el nombre de prestigiosos direc-  tal, La isla mínima puede insertarse en un proceso global

 tores de género como David Fincher o David Lynch. Tam-  de reinterpretación geopolítica del thriller al que se suman


 bién resulta reveladora la ubicua comparación de La isla mí-  las surcoreanas Memories of a Murder (Bong Joon-ho 2003)

 nima con la primera temporada de la serie norteamericana   y No Mercy (Hyeong-jun 2010), la sueca The Girl with the

 True Detective en la que otra pareja de detectives investigan   Dragon Tatoo (Oplev 2009), la argentina El secreto de sus ojos

 los crímenes de un asesino en serie en el sur de Estados Uni-  (Campanella 2009) y el mismo “remake” alemán de la pe-


 dos.  Toda esta red de asociaciones no sólo sitúa la película   lícula de Rodríguez, Free Country (Alvart 2019) —y vuel-
 14
         vo a seleccionar thrillers donde es fundamental la existen-

         cia de mujeres asesinadas a menudo de manera grotesca—.
 13  Debo decir que con la expresión “cine de calidad” no opongo cine de

 autor a cine de género. Esa es la acepción que utilizan las citadas Cam-  Con esos parámetros interpretativos, incluso la tan específi-
 poresi y Fernández Meneses. “Cine de calidad” aquí indica competencia   ca presencia de espacios locales da pie a lecturas más expan-

 genérica y técnica, sobre todo. En otras palabras, se opone a otro tipo de
 cine de género que en algunos contextos culturales se llama cine B y que

 en otros, incluyendo el español, se asociaba con un cine de género hecho
 con menos medios, con los limitados recursos propios de una industria   mientras que el estreno de la película española es de septiembre de ese

 cinematográfica anémica.  mismo año. No hay influencias directas, aunque las víctimas son, de
         nuevo, mujeres jóvenes y atractivas, asesinadas esta vez en una suerte de

 14  La serie debuta en la cadena de pago HBO en noviembre de 2014,   ritual satánico en parajes naturales igualmente ominosos.





 130                                                                                                          131
 Revist a  de  al ce s XXI                                            Número  6 , 2024
   126   127   128   129   130   131   132   133   134   135   136