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igualmente nuevos hábitos de consumo. El pionero estu- elocuente, de la que se hace eco Margarita Rivière, precur-
dio de Paul Julian Smith sobre Adolfo Domínguez y su pa- sora del estudio de la moda en España en los años setenta.
pel en la integración de España en una escena global de la Rivière introduce la idea del elemento democratizador in-
moda se pone como modelo del uso o aplicación de un apa- herente en el traspaso de la alta costura al prêt-à-porter, en
rato teórico ya amplio, generado sobre todo fuera de Espa- un contexto de expectativas democráticas en lo político. El
ña, pero aplicable a su contexto. Fernández de Alba y Gar- paralelo ofrecido por el desarrollo comercial de la moda y
cés ofrecen un recorrido por ese corpus, que desde el siglo la coyuntura histórica en España resulta sin duda atractiva.
diecinueve ve la moda como un lenguaje de los sistemas so- Quizá se echa de menos una visión más dispuesta a proble-
ciales y culturales o la acusa de superficial y quimérica pro- matizar ese valor de la ropa como agente de afirmación in-
mesa de cambio destinada a perpetuar la desigualdad. dividual que a la vez asegura la aceptación o pertenencia al
La bibliografía aportada es sin duda una de las riquezas grupo, siendo este último una categoría no limitada a la cla-
del volumen, y un incentivo para proseguir una línea de se social, pero igualmente debatible como aspiración.
análisis cultural en su estela. Los autores trasladan el entra- Tan interesante o más que la individualidad en las posi-
mado de ideas articulado por esa crítica producida en otros bilidades expresivas del vestir resulta la exposición de cómo
países a lo expresado por una intelectualidad española, que el consumo de moda a nivel colectivo genera discursos de
desde el primer tercio del siglo XX ve el peso de la moda, identidad más allá de la puesta en escena de un estatus ad-
como mecanismo de control social, que puede ser igual- quirido o heredado, o una reacción al conformismo. La po-
mente límite o repositorio para la imaginación femenina, sesión y uso de prendas genera sentido de acción propia,
según Concepción Arenal o Carmen de Burgos. La idea de pero también cuestiones asociadas al mantenimiento y du-
la moda como forma de sometimiento a las normativas de rabilidad del objeto físico. De allí que su capital simbólico
género y de clase, o como forma de distinción y protección se pueda vez asociado a valores que sobrepasan el poder ad-
de estatus, señalada por José Ortega y Gasset, se contrasta quisitivo o la ambición estética propiamente dichos. La do-
con la defensa de su potencial como agente facilitador de mesticidad, el sentido de responsabilidad, la dignidad o la
una afirmación de la subjetividad paralela a la que opera en frivolidad son estructuras que a través del vestir dan entrada
el arte, sobre todo cuando este se hace traspasable a obje- a entender cómo se procesa la escasez de la posguerra, la eu-
to consumible. Es alguien tan emblemático en su aparien- foria posfranquista o una conciencia más reciente sobre la
cia como Salvador Dalí, también conocido por su sentido sostenibilidad. El potencial del vestido y el accesorio en el
transaccional de lo artístico, quien representa esta línea de discurso político conectado a la afirmación o disputa sobre
opinión. Los autores de la introducción privilegian esa ver- la identidad es asimismo un elemento analítico sugerente,
tiente que legitima la moda en su capacidad liberadora y reflejado en la mayoría de los artículos del volumen.
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Revist a de al ce s XXI Número 5 , 2021-2023