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ortodoxo pensamiento de sus progenitores apelando a la di-  a algún rey, socialista seguramente, se le ocurrió la feliz idea

 versidad e inclusividad y con ellas a una idea de nación hete-  de dejarles entrar”. Antonio alude a la figura del Cid como

 rogénea, plural y consensual muy distanciada de la represen-  “un patriota de derechas” que “los mandó de vuelta al de-


 tada por el patriarca familiar.    sierto” —acción que anticipa las devoluciones en caliente

 Sin pretender ser exhaustiva quiero acabar prestando una   de los inmigrantes subsaharianos en la ciudad autónoma de

 especial atención al uso que la serie hace, por medio del   Melilla en el 2014— y Parrales le pide que no se avergüence

 personaje de Antonio, de otra figura mítica de la historia/  de la historia ya que los árabes trajeron muchas cosas bue-

 cultura nacional: el Cid Campeador. En “Unas fiestas pa-  nas a la Península como, por ejemplo, la guitarra. Le dice,


 tronales, un descendiente del Cid y el segundo gay de Alba-  también, que muy posiblemente haya sangre árabe en An-

 cete” (5x10) Parrales, que ya antes había demostrado ser un   tonio, abogando, como también lo hiciera Alba por medio

 elemento clave tanto para conseguir la victoria en el cam-  de su personaje, por una idea de nación abierta, inclusiva y

 peonato de fútbol entre las urbanizaciones en la tempora-  multicultural y, siguiendo a Ortega y Gasset, invertebrada.


 da cuarta, como para aumentar las ventas en la pescadería   La ridiculez de la conversación se extiende al diálogo que

 Recio en la quinta temporada llegando, incluso, a hacerse   Antonio mantiene con su esposa al llegar a casa y contarle,

 con la presidencia de la comunidad en esa misma tempo-  como si no lo hubiera escuchado nunca, que los árabes estu-

 rada, vuelve a darle a Antonio —y a los españoles por ex-  vieron en la Península durante más de siete siglos. Berta con-


 tensión— una lección. Se trata de una lección de historia.   suela a su marido diciendo que él es español de pura cepa,

 Interesado en aprender sobre la cultura española, Parrales   que se le nota en la cara, a lo que Antonio responde dicien-

 aprovecha los ratos muertos en la pescadería para leer un li-  do que nota “la sangre del Cid en [sus] venas” —persona-

 bro de historia de España. Con orgullo Recio le pregunta:   je histórico/mítico sobre el que se ha cimentado la memo-


 “¿cuál de nuestras gloriosas etapas estudias?”. El colombia-  ria histórica de la nación y al que, según el regeneracionista

 no le responde diciendo que la conquista árabe. “¿Cómo se   Joaquín Costa, “hay que enterrar… para conseguir la mo-

 atreve? … a los españoles no los ha conquistado nunca na-  dernización del país” (referido en Herrero 271)—. Si bien el

 die y menos cuatro moros” —comenta exaltado el pescade-  humor se desborda en estas escenas y la carcajada resulta in-


 ro, poniendo de manifiesto el poco o tergiversado conoci-  evitable, esa misma carcajada se convierte en un puñal afila-

 miento de la historia que, como él, posee gran parte de la   do para el espectador español que, como Antonio, se niega

 población española—. Será Parrales el que le tenga que ex-  a comprender la historia. El deseo de conocer sus orígenes

 plicar que los árabes llegaron a ocupar casi toda la Península   lleva a Antonio a personarse en la iglesia de su pueblo para


 a lo que Recio —rozando el patetismo— responde que “no   pedir su certificado de nacimiento. El cura le confiesa que

 [les] conquistaron … que hacía falta mano de obra y [que]   su abuela había mantenido una relación extramarital con un






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 Revist a  de  al ce s XXI                              Número  5 , 2021-2023
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