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de pies a cabeza con una especie de burka que solo le deja al                                                               Posiblemente se pregunte el lector por los motivos por los

         descubierto la cara, Berta pide ayuda a Parrales, ya que él fue                                                         que una comedia de situación contemporánea se remonta

         el que le dijo que descendía de los árabes. Berta dice que An-                                                          varios siglos atrás en la historia para deconstruir las figuras


         tonio “no piensa con claridad” —tampoco el Quijote lo ha-                                                               míticas sobre las que asienta la construcción de la nación.

         cía— a lo que Parrales le responde que “cuanto más intente                                                              ¿Qué prevalencia tiene para el español de hoy, que vive su-

         alejarle de sus creencias, más se aferrará a ellas” poniendo de                                                         mido en una multiplicidad de crisis, reflexionar sobre figu-

         manifiesto —como hicieron Estela y el héroe cervantino— el                                                              ras literarias/ legendarias como el Quijote y el Cid? Del mis-

         poder de la mente en la construcción de la identidad. Ya sea                                                            mo modo en que don Quijote no sería el heroico caballero


         por su extrema intolerancia o por una intolerancia exagera-                                                             andante que cree ser, ni el Cid la figura fundacional para la

         damente disfrazada de tolerancia, en Antonio resuenan, una                                                              nación en la que se ha convertido, ni Antonio Recio el orgu-

         vez más, los ecos coléricos y carentes de cordura de don Qui-                                                           lloso dueño del inigualable imperio que cree tener si no fue-

         jote. Del mismo modo en que Parrales le hace despertar a la                                                             ra por las historias que se cuentan sobre sí mismos, también


         realidad histórica de los árabes en España, el señor musul-                                                             la nación —en este caso la española— “is nothing without

         mán con el que se reúne para convertirse a la nueva fe lo aca-                                                          the stories it tells itself … since nations are intimately tied

         ba expulsando de la oficina diciéndole que no “es digno de                                                              up with narrative acts” (“no es nada sin las historias que se

         ser musulmán” por no entender los preceptos de la religión.                                                             cuenta a sí misma … ya que las naciones están íntimamen-


         Es en este momento cuando, sin apoyo de la institución mu-                                                              te ligadas a los actos narrativos”; mi trad.; Toribio 6). Por

         sulmana, Antonio decide hacer la guerra santa acompañado                                                                medio de la parodia y, sobre todo, la distancia irónica, los

         de Coque al que nombre “Mustafa” que, según el pescadero,                                                               creadores de LQSA alertan al espectador del peligro público

         significa “tonto que ayuda al guerrero con sus cosas, como                                                              que sería un personaje como Antonio que, como comenta-


         Sancho Panza, pero en moro”. En un mismo episodio con-                                                                  ba Ángel Ganivet en relación al Quijote, encarna “la esen-

         vergen, pues, dos figuras míticas de la nación española: el                                                             cia constitutiva de lo español” (referido en Herrero 281).

         Cid y don Quijote. Del mismo modo en que Costa abogaba                                                                  De esta esencia que vuelve sus miras a un pasado medie-

         por enterrar la figura del Cid para que el progreso de la na-                                                           val y heroico se nutrió también Franco en su retórica como


         ción fuera posible, Miguel de Unamuno grita que “[h]ay que                                                              forma de legitimar su ilegítimo golpe de estado y dictadura.

         matar a Don Quijote para que resucite Alonso Quijano, el                                                                La crítica que LQSA lanza no va, por consiguiente, dirigida

         Bueno” (69), esto es, hay que matar la locura para que reine


         la cordura.
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                                                                                                                                 indica que Unamuno, de algún modo, “sigue apostando por el Quijote”
                                                                                                                                 (Herrero 282) o, al menos, por parte de lo que él representa: el Quijote

         13  Hay una parte del héroe cervantino que sí quiere mantener vivo, lo que                                              humanista que hablaba a los cabreros, por ejemplo.





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                Revist a  de  al ce s XXI                                                                                                                                       Número  5 , 2021-2023
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