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árabe por lo que Recio tiene “sangre mora”. Perplejo, el pes-  el mito de la masculinidad hegemónica cuando, reunidos

 cadero recurre una vez más a su alter ego, Enrique, y le pide,   en el bar Max-Henry, Javi, Leo (Luis Miguel Seguí), Maxi y

 con un patetismo que roza la vergüenza ajena, que, dado que   Amador hablan sobre la recién descubierta homosexualidad


 este último es cristiano por los cuatro costados, le llene una   del padre de Amador. Según este, su padre debió ser “el pri-

 garrafa con su sangre para llevar a cabo una transfusión con   mer gay de España” —afirmación que evidencia la ceguera

 la que “purificar[s]e”. Esta purificación o limpieza de sangre   en torno a la diversidad sexual que ha prevalecido en un dis-

 remite al espectador conocedor de la historia nacional a los   curso que ha primado la heteronormatividad y los esencia-

 estatutos de limpieza de sangre que ocuparon un lugar cen-  lismos del macho ibérico—. No es arbitrario que, en su in-


 tral en la sociedad de Cervantes como bien muestra El reta-  tento por corregir a Amador, Leo le diga que su padre no es

 blo de las maravillas (1615) en conexión con las importan-  el primer gay español ya que “el otro día encontraron en So-

 cias de las apariencias y del qué dirán.   ria [provincia castellana y todo lo que Castilla representa en

 En su línea de diálogo humanista, Enrique intenta hacer-  la construcción mítica de la nación] una tumba con los res-


 le ver que si lleva sangre árabe una transfusión no va a cam-  tos prehistóricos de un homosexual de hace 15.000 años”.

 biar nada dado que lo lleva en su ADN y —como ya antes   Comenta que saben que es homosexual porque “en vez de

 hiciera Parrales— le dice que no se avergüence de su heren-  enterrarle con su lanza y escudo [atributos de los héroes cer-

 cia, que los árabes aportaron mucho a la nación —el rega-  vantinos], le enterraron con sus pendientes y sus collares”, lo


 dío, la arquitectura, la medicina, la brújula, etc.—. Enrique   cual demuestra que nuestros antepasados prehistóricos eran

 deconstruye así el discurso de otredad construido contra el   mucho más abiertos de mente y respetuosos de la diversidad

 árabe por aquellos que como Recio piensan que los árabes   que nuestros contemporáneos.

 son sinónimos de delincuencia (téngase en cuenta la refe-  En un intento por abrazar su sangre “mora”, Antonio se


 rencia de Antonio a los porros en conexión con los árabes),   convierte al islam a partir de todos los lugares comunes y es-

 o de inmigración indocumentada (aludida por el Recio por   tereotípicos por medio de los cuales uno pueda pensar en el

 medio de la mención de las pateras). De igual modo, la re-  árabe musulmán.  Ataviado con chilaba y tarbush, el Recio
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 ferencia a un ADN mezclado tanto en la sangre de Antonio   llega a su casa procedente de un bazar, estira una alfombra


 como en la de la mayoría de los españoles desmitifica la pu-  en el suelo, se postra en oración mientras le pide a Berta que

 reza de raza que sostiene el mítico y esencialista imaginario   se cubra el cuerpo y el pelo y le prepare un cus-cús. Cubierta

 nacional.  También se deconstruye en este mismo episodio
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         Carmen que, en su opinión, es una aberración que manchará la sangre

         española.
 11  El mismo Recio alude de forma patética a la pureza de raza en varias

 ocasiones en relación al casamiento de Parrales con la española María del   12  Uso el término “moro” o “mora” reproduciendo las palabras del personaje.





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 Revist a  de  al ce s XXI                              Número  5 , 2021-2023
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