Page 433 - Revista5
P. 433
sería obtener reconocimiento simbólico y jurídico-real, así ha tenido que gastar históricamente parte de su despensa psi-
como su traducción en políticas del trabajo materno, como coenergética en sortear y manejar las demandas y exigencias
uno de los trabajos no reconocidos que se acumulan sobre páter atencionales, asumiendo que un caudal energético ha
los cuerpos que hacen posible la continuidad de las fuerzas sido derramado en macho-exigencias.
vivas, de las que depende inexorablemente el páter sistema. Como cierre de estas psico-condiciones-internas que per-
Cuidar-como-estado-vital-en-aislamiento impide poder ar- miten la supervivencia del paternalismo devaluador introyec-
mar una estructura de distribución de cuidados que re- tado, encontramos, como tercera variable, la negación de la
conozcan las tramas que lo posibilitan pues, según indica potencia económica, la riqueza y el capital acumulado que
María Puig de la Bellacasa, “no es sólo que las relaciones im- producen los trabajos maternos, los cuales se tratan de prácti-
pliquen cuidado; el cuidado es, de por sí, relacional” (1). cas continuadas en el tiempo con un fin determinado que se
5
Dentro de este entramado, la segunda variable tiene que desarrollan en el espacio doméstico. Tal espacio es entendido
ver con las dinámicas inconscientes sedimentadas, profun- como un lugar librado a sí mismo, donde la responsabilidad
damente cinceladas en el cuerpo social, a partir del psicons- de lo público no opera por herencia de expoliación de lo aje-
tructo madre-en-función-padre (Sau, 91/107), el cual está in- no del blanco-falo-páter-familias romano, y su libre disposi-
trincado en expropiando-para-ser. Estas dinámicas parten de ción o soberanía totalitaria sobre lo que acontecía dentro tal
la creencia de que la fuerza vital que proviene del cuerpo-co- espacio.
munidad-femenino está en función-de-otro, en base a unos Esta negación imposibilita el reconocimiento del valor mo-
procesos de socialización diferenciados desde que se comien- netario o traducción en términos de equivalencia o coste de
za el desarrollo del asunto vital propio en el planeta Tierra. oportunidad de las horas invertidas en tales trabajos respon-
De este modo, por un lado, está la macho-identidad de sables de la continuidad de las fuerzas vivas de nuestra especie
“estar-sí-mismo” (fuerzas en sí y para sí) y, por otro, la socia- como animales-humanos. Al negarse la evidencia de que tales
lización del “estar-para-otros”, rasgo identitario del cuerpo-co- horas trabajadas en el sostén de menores no pueden ser des-
munidad-femenino (fuerzas para sostener a los demás y fue- tinadas a otras prácticas continuadas, las horas no traducidas
ra del sostenerse a sí mismx). De ahí, surge la pregunta de si en lo real-jurídico no pueden ser extrapoladas a otros trabajos
seremos ya sabedoras de cómo el cuerpo-comunidad-femenino no-maternos. Como señala un reciente informe en Argenti-
na, el valor del trabajo doméstico no remunerado constituye
5 Puig de la Bellacasa, a partir de una lógica harawayana donde la reali- el 16% del PIB. Todo esto genera estructuras de dependen-
dad se plantea como verbo activo, nos precipita a un situacionismo espe- cia económica/logística e imposibilita la emancipación de los
culativo relacional, el cual propone deshacernos del escepticismo corro- cuerpos que asumen trabajos reproductivos no-externaliza-
sivo, enfatizando en un enfoque no normativo del cuidado como ética
especulativa, desde fundamentos ontológicos. dos, además de reforzar la esencialización de tales trabajos.
432 433
Revist a de al ce s XXI Número 5 , 2021-2023