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En este sentido, cabe recordar lo que Rivera Cusicanqui nos, como consecuencia de la confusión en la que han sido
menciona sobre cómo continúa un rasgo arcaico y reaccio- socializadxs como parte del macho-lío-blanco-patriarcal du-
nario en el mantenimiento de estructuras sociales de servi- rante siglos. Además, este expropiando-para-ser ha logrado
dumbre —vivir del trabajo ajeno—, lo cual no forma parte inocular en nuestros cuerpos, al igual que en los cuerpos es-
de la utopía cheje o pachakuti feminista, algo de lo que tam- clavizados históricamente, los mecanismos del maltrato de
bién propone Arcos. El macho-blanco-páter-familias tie- la modernidad, muy normalizados en nuestros entornos,
ne naturalizado, como mandato irreversible, que todos los que han sido parte de la estructura facilitadora de todo el
cuerpos que le rodean —humanos y no-humanos— le per- proceso de esclavización en Abya Yala.
tenecen y, por lo tanto, todo el trabajo generado por esos Tales mecanismos, hoy día, se han visto intensificados por
cuerpos articula su expropiando-para-ser. Utiliza el robo sis- las condiciones pandémicas, las cuales posibilitan la expro-
temático y la confusión psicoafectiva para esconder sus pro- piación del trabajo que se acumula en los hogares nucleares
fundas dependencias, sus profundas vergüenzas, y lo mane- heteronormativos donde está normalizada la esclavitud psi-
ja como algo legítimo, justificado por todo un acumulado coafectiva, doméstica, sexual y atencional/energética. Este
socio-histórico entendido como “natural”. Así, olvida que tipo de esclavitud exige que las fuerzas que se despliegan en
tal acumulación “natural” parte de la opresión, de las asig- el espacio doméstico, por parte de los cuerpos maternos, se
naciones forzosas de género hacia millones de cuerpos, de ajusten a las demandas y deseos del páter familias (como
la esclavitud vital general, la esclavitud doméstica y la escla- estructura de organización matérico/afectiva). Un tipo de
vitud sexual. organización idéntica a la que es volcada en el páter siste-
Hay que ser conscientes de que esta supuesta legitimidad ma, atravesada por el capitalismo global financiero que, tal
está anclada en la ceguera del cuerpo-comunidad-femenino, como afirma Suely Rolnik, es un aparato de poder donde
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así como en la ceguera de los cuerpos no-macho-adaptados “se transmuta, se refina, se intensifica el abuso perverso de
y, con mayor hondura, en la ceguera de los cuerpos mater- las fuerzas de trabajo (en el sentido amplio de todo tipo de
acción en la cual se materialice el movimiento de la fuerza
vital), abuso que constituye la esencia de la tradición colo-
2 Cuerpo-comunidad-femenino, cuerpo-mujer o cuerpo social no-vergari- nial capitalística” (69)—.
zado: constructo identitario a partir de unas asignaciones y atribucio- En este punto, Arcos señala que “la fagocitación capitalis-
nes devaluadas históricamente desde la división sexual del trabajo, suje-
to a la negación de identidades diversas, potencias y posibilidades de los ta de la fuerza vital ya no se reduce solo a su expresión como
cuerpos distintos al falo-cuerpo o cuerpo-comunidad-masculino. Intro- fuerza de trabajo, sino que es de la propia vida, de lo que
yectando la pérdida de poder neurofísico/político, junto a la obligatorie- [Rolnik] define como la fuerza vital de creación, de lo que
dad naturalizada de sostener los trabajos de cuidado hacia otros cuerpos
desde la despolitización propia del macho-lío-patriarcal. ahora se alimenta. La proxenetización por parte del capital,
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Revist a de al ce s XXI Número 5 , 2021-2023