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En contraste, la ruptura de la posible identidad fluida de menina. Las frecuentes referencias narrativas a Alice como
creadora y criadora produce catástrofes inimaginables. Tal un fantasma, o un misterio insoluble apoyan esta opción de
es el caso de Jade/Alice, que dejó de pintar para ser esposa y juzgar sus acciones como una manifestación de los miedos,
madre con resultados nefastos en los dos mundos, “algo sig- frustraciones e inseguridades de la mujer madre, no solo la
nificativo: el cambio de nombre, muere Jade y nace Alice. de los gemelos muertos, sino que de modo simbólico de la
¿Por qué? Porque Jade le parecía impropio de la clase social madre mítica.
a la que aspiraba…” (161). Tener que dividirse entre ser una Alice es un nombre griego que significa “verdad”, un con-
o la otra es improductivo tal como se plantea precisamente cepto que requiere incorporar experiencias y sentimien-
a través de la filicida. El nombre de pila Jade/Alice presenta tos reales, incluso si son problemáticos. Literariamente, el
una dualidad nunca explicada de manera satisfactoria, que nombre se hizo popular con los libros de Lewis Carroll por
sin embargo ayuda a la lectora a reconocer las interpretacio- su énfasis en poner en cuestión el sentido común. En la no-
nes sociales que se formulan sobre quién es ella. Así, según vela Las madres no, Alice adquiere una importancia radical
el diccionario de la Real Academia Española, Jade alude a cuando la escritora protagonista se convierte en madre. Ali-
una piedra semipreciosa “dura, tenaz” que se utilizó en mu- ce, la madre difícil de entender de Agirre es similar a la de
chas herramientas prehistóricas. En concordancia con estas los libros de Lewis Carroll, que se presenta “como pésima-
cualidades, Jade en la novela es físicamente atractiva, con mente preparada para entender adecuadamente al mundo
rasgos deseados por los hombres, creativa e insegura social- […], como la perfecta antípoda de lo que la sociedad victo-
mente. Por su lado, se transforma en Alice cuando se casa riana tradicional consideraría el ser humano racional mode-
con Ritxi, nombre por el que es conocida como “una mujer lo” (Ghirardi 269), porque descubre el mundo con una ilu-
joven, guapa y discreta” que “nunca decía nada claro, pero sión que a veces deforma la realidad. Por eso, el hecho de
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siempre le gustaba dar a entender que había sufrido mucho analizarla, más que ofrecer resultados pragmáticos, nos de-
en la vida y que por eso las despreciaba a todas, niñas de vuelve la sombra de la madre no asumida por nuestro cons-
papá” (161-62). Es precisamente su persona como Alice la ciente social predominante. Un acercamiento intelectual a
que provoca el drama materno. En este sentido, el desdo-
blamiento de Jade/Alice puede considerarse un ejemplo del
arquetipo jungiano de la sombra, de modo que Jade evoca 12 Es incluso posible que Jade/Alice padezca simbólicamente del llama-
do síndrome de Alicia en el país de las maravillas, un caso clínico que
los aspectos femeninos socialmente aceptados por el hete- se caracteriza por una alteración breve de la percepción de la forma, el
ropatriarcado y Alice muestra el lado oculto de la psique fe- tamaño, el color y la situación espacial de los objetos, además de la dis-
torsión de la imagen corporal. Su etiología son normalmente migrañas
e infecciones, y se encuentra infra diagnosticado en la pediatría (Curto
visitar el espacio en la red del museo). et al, 64).
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Revist a de al ce s XXI Número 5 , 2021-2023