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ella, la institución de la heteronormatividad reproductiva
es, además, un globalizador tácito —anterior y superior al
colonialismo y al capitalismo— que conlleva la violencia de
la guerra y la violación (Spivak, “Nietzsche/Derrida”; Spi-
vak, “Reproductive” 125). Warner, por su parte, reconoce
los mismos fenómenos normativos que observa Spivak, y
usa el neologismo “repro-narratividad” (“repro-narrativity”)
para describir la noción de que la vida tiene más sentido si
se inserta en una narrativa de sucesión generacional (7).
11
La repro-narrativa heteronormativa es el acompañante in-
dispensable del capitalismo moderno (satisface los requisi-
tos de la reproducción social —incluido el reabastecimien-
to de la mano de obra— y mantiene la división sexual del
trabajo) y, por ende, tiene fuertes vínculos con las categorías
del género, la raza y la clase. 12
Ya que la heterosexualidad es inestable, las instituciones
11 La repro-narratividad “presupposes that there are no lesbian or gay par-
ents, that people who have gay sex do not have other kinds, that hetero-
sexuals only have sex when they want to reproduce, that sex always means
coupling, that parental narcissism is higher consciousness” (“presupone
que no hay madres lesbianas ni padres gay, que personas que tienen sexo
homosexual no pueden tener otro tipo de sexo, que el sexo siempre impli-
ca el acto reproductivo, que el narcisismo parental es la consciencia supe-
rior”; mi trad.; Warner, “Introduction” 9).
12 Lugones plantea el ‘heterosexismo’ como un elemento clave de la fusión
de la raza con el género en el ejercicio de poder colonial (“Heterosexism”
186). Véase también “Colonialidad y género”. Battle y Ashley proponen que
“heteronormativity must be conceptually expanded to include the catego-
ries of race, class, and nation, as gender and sexuality are already constitutive
of these systems” (“la heteronormatividad tiene que expandirse conceptual-
mente para abarcar las categorías de la raza, la clase y la nación, dado que el
género y la sexualidad ya son constitutivos de esos sistemas”; mi trad.; 1).
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Revist a de al ce s XXI
que dependen de la repro-narrativa heteronormativa tienen
que reafirmar el mito y defenderlo mediante la opresión y
marginación de las personas que intentan expresar narrati-
vas no-reproductivas y/o no-heterosexuales. Es por eso que
el teórico queer Lee Edelman plantea que la sociedad impo-
sibilita el futuro de queerness, convirtiéndolo en “the nega-
tivity opposed to every form of social viability” (“la negati-
vidad que se opone a cualquier forma de viabilidad social”;
mi trad.; 9) y relegándolo a “the place of the social order’s
death drive” (“el sitio de la pulsión de muerte del orden so-
cial”; mi trad.; 3). En efecto, por inestable que sea la he-
13
teronormatividad reproductiva, Spivak arguye que deshacer
o erradicar la institución es imposible —presumiblemen-
te porque está infiltrada en numerosos sistemas, socieda-
des y prácticas—. Aun así, se puede crear fricciones con el
mito dominante, problematizar su transmisión automática
e imaginar otras posibilidades —y esto es precisamente lo
que hacen los textos de Obono—. Los informantes de Yo
no quería y sus homólogos literarios en La bastarda resisten
la repro-narrativa con relatos que demuestran su insisten-
cia tenaz en seguir existiendo —ejemplos patentes del con-
cepto del conato (conatus) que planteó Spinoza en su Ética
(133)—. Las narrativas queer de supervivencia ejemplifi-
14
can que “queer lives in Africa are not just defined by ideol-
ogy, but also by their resourceless-ness, resourcefulness, and
13 Sara Ahmed y Jack Halberstam también consideran el futuro queer
en oposición al futuro heteroreproductivo.
14 Para Dana Luciano y Mel Y. Chen, el deseo de persistir pese a la pre-
cariedad es la fuerza motriz y el catalizador del pensamiento queer (193).
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Número 5 , 2021-2023