Page 71 - Revista4
P. 71

cambio en el significado social de la música, que incluso   los trabajos de los postsubculturalistas apuntaban un des-

 puede ir más allá de lo señalado por los postsubculturalistas   acople entre el estilo y los procesos de construción identita-

 (Del Amo, Letamendia y Diaux “El declive”).  ria colectivos, señalando que eran más individuales y a tra-


 Así, por un lado, las innovaciones tecnológicas, especial-  vés del consumo, nuestras conclusiones postulan que ese

 mente la digitalización, modifican las formas sociales de ac-  desacople se amplía y atañe al estilo y los procesos identi-

 ceso a la música, con un progresivo aumento de disposicio-  tarios en general: la música y el estilo no funcionan tanto

 nes más individuales que no requieren de redes personales   como elementos de construcción identitaria diferenciada,

 cara a cara —las cuales potenciaban la implicación emocio-  sino que priman los elementos indiferenciadores, la hibri-


 nal y la construcción identitaria grupal alrededor de la mú-  dación y mezcla.

 sica—. Por otra parte, la lógica del mercado cultural global,   Estos cambios parecen tener reflejo en el ciclo de movi-

 de usar y tirar, impacta en la música, disminuyendo su ca-  lizaciones de protesta de la década de 2010 que, especial-

 pacidad de proveer significado social e identidad, incluso de   mente en el marco europeo, tiene una característica princi-


 forma individual y fragmentada como apuntaban los post-  pal y diferencial respecto de otros anteriores: no parece tener

 subculturalistas.  una banda sonora característica y definida. Es cierto que

 Como resultado, podríamos asistir a un cambio en el sig-  hay ejemplos puntuales, en las primeras primaveras árabes

 nificado social de la música, pasando de ser un elemento de   (Valassopoulos y Mostafa), o Portugal (Silva et al.), o en la


 construcción identitaria hacia uno de sociabilidad comuni-  re-utilización de algún tema de los 60 en las movilizaciones

 cativa (Del Amo, Letamendia y Diaux “El declive”). Hoy   soberanistas en Catalunya, como “L’Estaca” de Lluis Llach,

 en día, en el marco de un capitalismo tardío que ha frag-  o muy anteriores como el propio himno nacional “Els Se-

 mentado las estructuras sociales y culturales, su principal   gadors”. Sin embargo, de forma general y especialmente en


 función sería la de compartir, proveyendo un lenguaje co-  occidente, no puede vincularse este ciclo de protesta de for-

 mún para la sociabilidad. Esto es, una primacía de lo que   ma intensa a un estilo o género musical, como pasase ante-

 Megías y Rodríguez denominan elementos indiferenciado-  riormente, ni la movilización de la música parece tener tan-

 res en la música, frente a los diferenciadores que propicia-  ta importancia (Del Amo, Party & Borroka 291-7).


 ban (neo)tribus identitarias (Hesmondhalgh). Ello explica   Todo ello, en efecto, resulta coherente con los cambios

 el auge de fenómenos masivos como los festivales o la retro-  señalados respecto al significado social de la música. Y tam-

 manía: lo importante sería juntar gente, y en torno a can-  bién con los nuevos imaginarios populares/populistas que

 ciones conocidas, que permitan cantar y bailar juntos, bien   desarrollan las protestas postcrisis de los 2010 (Del Amo,


 sea de grupos de moda en los medios (Del Amo, “Lo que   “El retorno del pueblo” 75-82). En efecto, la propia crisis

 suena en Gaztea Irratia” 28) o viejos clásicos. En suma, si   supone la cristalización y estallido público de algunos de los






 70                                                                                                            71
 Revist a   de   alces XXI                                    Número  4 , 2019-2020
   66   67   68   69   70   71   72   73   74   75   76