Page 47 - Revista4
P. 47

no) y especialmente con la Nova Cançó en Catalunya (Lluis   También los festivales de jazz registran afluencias masivas.

 Llach, Raimon, Pi de la Serra, Maria del Mar Bonet, entre   Los ayuntamientos, al tiempo, van cediendo competencias

 otros).  en la organización de las fiestas a comisiones populares, con


 Así, el final de la década de 1960 y el comienzo de la de   presencia de grupos culturales, deportivos, políticos y an-

 1970 está atravesado por fuerte conflictividad laboral, na-  ti-represivos. Para conseguir mayor financiación se instalan

 cional y de lucha contra la Dictadura. Las luchas de fábrica   tabernas temporales (txosnas), en las calles, que desarrollan

 se trasladan también al espacio urbano, de la mano de unos   también una oferta cultural y musical propia, y que se con-

 movimientos vecinales que exigen mejoras en las condicio-  vierten en espacios efímeros pero influyentes en los que se


 nes de vida. Los debates tendrán buen reflejo en la que es la   refleja la nueva hegemonía política y cultural.

 institución vasca más importante del momento, la organi-  Muchas esferas que corresponderían al Estado, como la

 zación armada ETA, que en su segunda asamblea se declara   educación o la promoción cultural, empiezan a ser mate-

 abiertamente socialista, introduciendo una heterogeneidad   rializadas de forma alternativa y desde una visión nacional


 dentro de la narración nacional por la que se articulan la   (vasca). Así, numerosas acciones que tienen lugar en al ám-

 independencia y la revolución socialista como dos aspectos   bito de la cultura son privadas, pero con vocación pública;

 del mismo evento, aunando clase y nación (Del Amo, Party   de mercado, pero con una intención nacional-activista (Del

 & Borroka 35-7).  Amo, Party & Borroka 38).


 La actividad de movimientos sociales, culturales, y polí-

 ticos constituye un contexto en el que emergen una nue-  Es más, a diferencia de las culturas satisfechas de los Estados na-

 va comunidad nacionalista vasca, en términos fundamen-  ción, nuestro doble gap (institucionalización dependiente y au-

 talmente antirrepresivos, y una expresión cultural, con un   sencia de política cultural y educativa hasta el último tercio del


 gran peso de lo musical, en torno a la Nueva Canción Vasca   XX) ha sido tan inmenso, que explica que los movimientos de
                defensa cultural, por fuerza se han vinculado a movimientos po-
 (Del Amo, Party & Borroka 37-9; Larrinaga 127). En ella   líticos, y viceversa. Se han visto abocados a compensar esas fa-

 coinciden tres perspectivas: la recuperación de la tradición   llas. Ello trae consigo virtudes (situar la cultura y la lengua que se

 y de la lengua vasca (euskara), la movilización política, y los   erosionan en el corazón de los programas políticos) y perversio-


 intentos de renovación estética que representa el escultor   nes (riesgos de instrumentalización, de polarización y de desa-

 Jorge Oteiza (Del Amo, Party & Borroka 33-4). Los festiva-  gregación cultural social según afinidades políticas). (Zallo 234)

 les o kantaldis alcanzan una importancia esencial; muchos

 de ellos son reivindicativos (anti-nucleares, a favor del eus-  El euskara, el consumo y la reproducción colectiva de los


 kara o por la amnistía) constituyendo un pretexto para que   elementos de la cultura vasca, tradicional o en sus nuevas

 la gente se reúna.  manifestaciones, y la bandera vasca prohibida desde 1939, la






 46                                                                                                            47
 Revist a   de   alces XXI                                    Número  4 , 2019-2020
   42   43   44   45   46   47   48   49   50   51   52