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no) y especialmente con la Nova Cançó en Catalunya (Lluis También los festivales de jazz registran afluencias masivas.
Llach, Raimon, Pi de la Serra, Maria del Mar Bonet, entre Los ayuntamientos, al tiempo, van cediendo competencias
otros). en la organización de las fiestas a comisiones populares, con
Así, el final de la década de 1960 y el comienzo de la de presencia de grupos culturales, deportivos, políticos y an-
1970 está atravesado por fuerte conflictividad laboral, na- ti-represivos. Para conseguir mayor financiación se instalan
cional y de lucha contra la Dictadura. Las luchas de fábrica tabernas temporales (txosnas), en las calles, que desarrollan
se trasladan también al espacio urbano, de la mano de unos también una oferta cultural y musical propia, y que se con-
movimientos vecinales que exigen mejoras en las condicio- vierten en espacios efímeros pero influyentes en los que se
nes de vida. Los debates tendrán buen reflejo en la que es la refleja la nueva hegemonía política y cultural.
institución vasca más importante del momento, la organi- Muchas esferas que corresponderían al Estado, como la
zación armada ETA, que en su segunda asamblea se declara educación o la promoción cultural, empiezan a ser mate-
abiertamente socialista, introduciendo una heterogeneidad rializadas de forma alternativa y desde una visión nacional
dentro de la narración nacional por la que se articulan la (vasca). Así, numerosas acciones que tienen lugar en al ám-
independencia y la revolución socialista como dos aspectos bito de la cultura son privadas, pero con vocación pública;
del mismo evento, aunando clase y nación (Del Amo, Party de mercado, pero con una intención nacional-activista (Del
& Borroka 35-7). Amo, Party & Borroka 38).
La actividad de movimientos sociales, culturales, y polí-
ticos constituye un contexto en el que emergen una nue- Es más, a diferencia de las culturas satisfechas de los Estados na-
va comunidad nacionalista vasca, en términos fundamen- ción, nuestro doble gap (institucionalización dependiente y au-
talmente antirrepresivos, y una expresión cultural, con un sencia de política cultural y educativa hasta el último tercio del
gran peso de lo musical, en torno a la Nueva Canción Vasca XX) ha sido tan inmenso, que explica que los movimientos de
defensa cultural, por fuerza se han vinculado a movimientos po-
(Del Amo, Party & Borroka 37-9; Larrinaga 127). En ella líticos, y viceversa. Se han visto abocados a compensar esas fa-
coinciden tres perspectivas: la recuperación de la tradición llas. Ello trae consigo virtudes (situar la cultura y la lengua que se
y de la lengua vasca (euskara), la movilización política, y los erosionan en el corazón de los programas políticos) y perversio-
intentos de renovación estética que representa el escultor nes (riesgos de instrumentalización, de polarización y de desa-
Jorge Oteiza (Del Amo, Party & Borroka 33-4). Los festiva- gregación cultural social según afinidades políticas). (Zallo 234)
les o kantaldis alcanzan una importancia esencial; muchos
de ellos son reivindicativos (anti-nucleares, a favor del eus- El euskara, el consumo y la reproducción colectiva de los
kara o por la amnistía) constituyendo un pretexto para que elementos de la cultura vasca, tradicional o en sus nuevas
la gente se reúna. manifestaciones, y la bandera vasca prohibida desde 1939, la
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Revist a de alces XXI Número 4 , 2019-2020