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cultural (crítica del exceso de institucionalización y elogio de la   forma de elecciones individuales, mediadas por el desarro-
 inmediatez, crítica del aburrimiento y el tedio que genera la se-  llo del mercado cultural global: con independencia de los


 guridad). (57-8)  antecedentes sociales, se pueden sostener similares valores

         que encuentran su expresión en la pertenencia compartida


 El ejemplo del punk, por tanto, nos reitera que la rela-  a una subcultura particular. Ello abre un debate acerca de

 ción entre música, estilo y movimientos sociales es comple-  si el estilo y la música habrían dejado de expresar resisten-

 ja y no unidireccional o una mera movilización de recursos.   cia o contradicciones estructurales y colectivas, y vertebra-

 Los procesos de construcción identitaria y política son más   rían sobre todo identidades individuales fluidas (Bennett;


 ricos y, en ocasiones, un estilo musical acaba derivando en   Blackman; Griffin; Hesmondhalgh; Muggleton; Shildrick

 algo más, en una suerte de movimiento socio-musical.  y MacDonald).

 Podemos reseñar algún ejemplo más, como la explosión   Llegados a este punto, la cuestión que nos atañe es qué

 del rap y el hip-hop de la década de 1980 en los barrios ne-  forma adquiere este solapamiento de marcos (Lahusen 263),


 gros marginados, el Chaostage alemán y el universo contra-  el acople y desacople, entre música, estilo y movilización

 cultural de los 90, o incluso las explosiones rave y fiestas li-  política, cuando traspasamos el umbral del siglo XXI. Es-

 bres en Gran Bretaña y Francia y su reclamo al derecho a la   pecialmente, durante la segunda década del siglo, en la que

 fiesta (Eyerman y Jamison 105; McKay; Nabarrete; Kyrou   hemos asistido a un nuevo ciclo de movilizaciones con al-


 213-14). En todos ellos puede observarse una conjunción,   gunas características propias (Del Amo y Letamendia) y en

 un acople, entre estilo, resistencias o reivindicaciones (filo-  el que esta relación no aparece tan evidente como en los

 sofía), y procesos colectivos de construcción de identidad y   ejemplos reseñados anteriormente.

 movilización, bien en el seno de los movimientos sociales,     La hipótesis que avanzamos es que el estilo en la música


 bien por la experiencia de compartir posiciones estructura-  ha perdido relevancia como elemento de movilización polí-

 les comunes (de clase, etnia y otros).  tica y construcción identitaria. Ya no podríamos hablar de

 Sin embargo, a partir de la década de 1980, en el mar-  una movilización política en relación con un estilo musical

 co del capitalismo tardío, comienzan a registrarse algunos   concreto. El playlist del activista contemporáneo, por tanto,


 cambios y desacoples, especialmente en la relación entre es-  no se articula tanto alrededor del estilo musical con el que

 tilo y construcciones identitarias colectivas. Partiendo ini-  se puede identificar, sino de su identificación con una serie

 cialmente de la experiencia y cultura de club de las escenas   de demandas sociales que aceptan todo tipo de estilos mu-

 de música electrónica (Thornton), algunos trabajos llama-  sicales.


 dos post-subculturalistas postulan que los procesos de iden-  Para aproximarnos a tal cuestión necesitamos aterrizar en

 tificación a través del estilo se producen cada vez más en   espacios socioculturales concretos. Así, vamos a trazar una






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 Revist a   de   alces XXI                                    Número  4 , 2019-2020
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