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max, así como la lucha por los derechos civiles y su perfor-  reproducir, negociar y transformar sus condiciones mate-

 mance musical colectiva. Son asimismo destacables los nue-  riales, posibilitando la construcción de espacios cotidianos

 vos movimientos sociales y juveniles de la década de los 60,   que ayudaban al crecimiento de la autonomía y autoestima.


 y sus movilizaciones masivas, especialmente contra la gue-  Estas subculturas constituirían así una “doble articulación”,

 rra de Vietnam, los cuales presentan una profunda conjun-  entre la cultura paterna de clase trabajadora, o de origen ét-

 ción con el folk político de la mano de autores como Bob   nico, y por otro lado, la cultura de masas dominante que

 Dylan o Joan Baez (Eyerman y Jamison 24, 61, 72-3, 96-  les llegaba desde los medios (Hall y Jefferson 69; Hebdige

 103). También es el caso de figuras clave en América latina   119).


 como Atahualpa Yupanqui o Víctor Jara, así como los mo-  La oposición y el reclamo de autonomía cultural cristali-

 vimientos contra la dictadura y de recuperación de la len-  zarían especialmente y de forma más consciente en el movi-

 gua y cultura nacionales en Catalunya, con la Nova Cançó   miento punk (Marcus 80-84, 468). Dylan Clark apunta al

 catalana, en Galiza con Voces Ceibes y en Euskal Herria con   respecto del mismo una importante distinción entre lo que


 la Nueva Canción Vasca o Euskal Kantagintza Berria (Del   podríamos denominar como “estilo” y “filosofía” (223). Esa

 Amo, Party &Borroka 31-43).  “filosofía”, entendida como conjunto de valores (Furness

 En todos estos casos, como señalan Eyerman y Jamison,   10) dotaría al punk, en una segunda fase, de características

 puede observarse que la música constituye un elemento   propias de un movimiento social, o socio-musical, en un


 de movilización política, pero también de construcción de   desarrollo más político que la inicial resistencia provocado-

 identidades colectivas en torno a ella, de los propios movi-  ra mediante el estilo. Herreros y López inciden en esta idea

 mientos sociales en sí, e influyendo al tiempo en el conjun-  al apuntar que la importancia del punk “va más allá de sus

 to de las formas culturales. Pero más allá del propio trabajo   características más inmediatas como fenómeno musical y


 de los movimientos sociales, o en el seno de ellos, esa cons-  se extiende hasta abarcar tanto fenómenos musicales poste-

 trucción de identidades colectivas y de movilización a través   riores” (el postpunk, el primer indie, las hibridaciones con

 de la música puede ocurrir también de forma más o menos   la música de baile, o Nirvana como culminación del ciclo

 espontánea por el hecho de compartir una posición estruc-  punk), así como “expresiones artísticas y políticas no musi-


 tural común.  cales” (57-8). Y subrayan al tiempo su genealogía estructu-

 Es el caso, en el Reino Unido de la posguerra, del de-  ral e histórica:

 sarrollo de un conjunto de prácticas estéticas, culturales y

 musicales de rebelión y oposición (Teddy Boys, Mods, Rock-  Es una mezcla de elementos directamente relacionados con la


 ers, Skinhead o Punks), que a través de un marcado estilo   era neoliberal (desempleo, desaparición de las trayectorias socia-

 “espectacular” facilitaba a la juventud de clase trabajadora   les) con otros heredados de los esquemas de la revuelta contra-






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 Revist a   de   alces XXI                                    Número  4 , 2019-2020
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