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(92). Es decir, se construyó un nuevo sistema colonial de
género. Con respecto a este punto, Lugones añade:
Por tanto, la violación heterosexual de mujeres indias o
de esclavas africanas coexistió con el concubinato como,
así también, con la imposición del entendimiento hete-
rosexual de las relaciones de género entre los coloniza-
dos —cuando convino y favoreció al capitalismo euro-
centrado global y a la dominación heterosexual sobre las
mujeres blancas. (94)
En otras palabras, la intersección de raza y género, tanto
en la era colonial como en nuestros días bajo la colonialidad
del poder (Quijano), ha permitido y sigue permitiendo el
abuso físico de mujeres de color, sin estar la mujer indígena
inmigrante libre de dicho abuso.
Otro punto significativo del agravio que sufre Evelyn es
su vulnerabilidad en España debido no solamente por en-
contrarse recluida en un prostíbulo, sino también por ser
inmigrante de color. En otras palabras, ella y las prostitutas
que trabajan en “Luxory” deben lidiar con una doble sub-
alternidad. Kamala Kempadoo, quien ha realizado exten-
sos estudios sobre las trabajadoras sexuales inmigrantes, co-
menta este punto:
In each place, images of “the exotic” are entwined with
ideologies of racial and ethnic difference: the “prosti-
tute” is defined as “other” in comparison to the racial
or ethnic origin of the client. Such boundaries, between
which women are defined as “good” and “bad,” or wom-
an and whore, reinforce sexual relations intended for
marriage and family and sets limits on national and eth-
nic membership. (10)
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En cada lugar, imágenes de “lo exótico” están entrela-
zadas con ideologías de diferencias raciales y étnicas: la
“prostituta” se define como “la otra” en comparación al
origen racial o étnico del cliente. Dichos límites, entre
los que los que las mujeres son definidas como “buena”
y “mala”, o mujer y prostituta refuerzan las relaciones
sexuales destinadas para el matrimonio y la familia y fija
límites de pertenencia nacional y étnica.
Kempadoo está totalmente consciente de que la inmi-
grante de color tiene que enfrentar no solamente el hecho
de ser la “Otra” mujer, sino también la “Otra” que es parte
de un discurso racial perversamente construido.
Siglos después, las mujeres inmigrantes del llamado Tercer
Mundo continúan siendo vulnerables especialmente cuan-
do se desempeñan en una actividad como la prostitución
que es generalmente considerada ilegal en países occidenta-
les que también son destinos migratorios. Tales mujeres, tra-
bajadoras sexuales o no, son frecuentemente percibidas tal
como en las obras artísticas del siglo XVI: serviles y dispues-
tas a complacer al hombre blanco europeo. Todo esto den-
tro de una retórica tradicional-histórica en la que las muje-
res de color han sido hipersexualizadas y en el que existen
legados coloniales que, como hemos visto, incluyen abusos
sexuales a mujeres indígenas.
Como ya se ha mencionado, el hecho de que el trabajo
sexual sea calificado como “ilegal” provoca muchas veces
que “traffickers take advantage of the illegality of commer-
cial sex work and migration, and are able to exert an undue
amount of power and control over those seeking political or
economic refuge or security” (“los traficantes se aprovechan
de la ilegalidad del trabajo sexual comercial y de la migra-
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Número 3 , 2016-2017