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los gritos, los solos de clarinete, los golpeteos, los crujidos                                                         idéntica y sustituirla, correspondería al simulacro teorizado

         de los huesos de las manos, las pizarras que chirrían al apre-                                                          por Baudrillard: la sustitución de los signos de lo real por lo

         tar sobre ellas la tiza, los partes meteorológicos de la radio,                                                         real. No se trata de la reproducción de copias estudiada por

         el sonido de las uñas al cortarse con unas tijeras” (2010, 70).                                                         Raymond Williams que caracterizaba la modernidad, pues-

             A los retratos de los vecinos de clase baja que pululan por                                                         to que entonces la copia se distinguía del original por su au-

         la escalera del edificio madrileño y a sus miserias, en la pri-                                                         sencia de aura. La madre de Marina elimina a su copia, y

         mera novela, se contraponen los bosquejos de los adinerados                                                             se transforma en el original, haciéndose pasar por su geme-


         habitantes del riurau mediterráneo y sus despilfarros, en la                                                            la (y recobrando así el papel de madre de sus propias hijas

         segunda. A pesar de las diferencias, en ambos casos los per-                                                            que había abandonado cuando eran pequeñas). No hay dis-

         sonajes de Marta Sanz son un pretexto para desarrollar una                                                              tinción entre el original y su simulacro, y su representación

         reflexión sobre la condición del individuo en la postmoder-                                                             precede y determina la realidad, salvo por un pequeño deta-

         nidad. En Black, black, black, los inmigrantes, los jubilados,                                                          lle. En un guiño de Marta Sanz hacia los cuentos de hadas


         el enfermo de Alzheimer, la mujer de la limpieza, el joven                                                              que han modelado y encorsetado a las mujeres, la madre de

         coleccionista de mariposas, la escritora diletante y hasta el                                                           Marina, como las hermanastras de Cenicienta, queda des-

         pedófilo culpable del asesinato son multiplicaciones de la                                                              enmascarada por el gran tamaño de su pie.

         misma subjetividad y objetividad —de una vida de margi-                                                                     Estos personajes que son muchos y uno a la vez, se mue-

         nación, por cuestiones económicas, sociales, por edad, pro-                                                             ven en espacios igualmente híbridos. Son lugares contem-

         veniencia, orientación sexual, o por discapacidad—. En Un                                                               poráneamente concretos y abstractos, reales y metafóricos.

         buen detective no se casa jamás la multiplicación llega a ser tan                                                       Probablemente Marc Augé los llamaría “no-lugares”. En


         gráfica que podría definirse casi como paródica. Se trata de                                                            Black, black, black, Paula comenta que “esta ciudad es Ma-

         tres parejas de mujeres idénticas, tan idénticas que la madre                                                           drid, no un espacio mítico que podría estar en cualquier

         de Marina, quien, con la complicidad de su cuñado, mata a                                                               parte. No es la frontera retratada por la polaroid” (2010,

         su hermana gemela y toma su lugar, consiguiendo engañar                                                                 230). Pero también nota su carácter ejemplar: “en estas ca-

         a todos, incluso a su propia hija. En el contexto actual                                                                lles, no todo es gris como los fotogramas de las películas en

         obsesionado con el individualismo y amenazado por los ro-                                                               blanco y negro. Se oye el ruido de los motores y el piar de

         bos de identidad, las tres generaciones de gemelas son sím-                                                             algún gorrión. Persianas metálicas de comercios que retum-


         bolo y metáfora de la realidad humana víctima inexorable                                                                ban al bajarse o al subirse. No hay música de fondo. La ca-

         de los procesos de globalización y su consecuente estanda-                                                              lle huele a tubo de escape y a frituras. A gente que fuma a la

         rización, homogenización, occidentalización, consumismo,                                                                entrada de los establecimientos. La calle huele como todas

         etc. Pero también son una crítica al individualismo galo-                                                               las calles” (2010, 230). La escalera del edificio donde se co-

         pante. El gesto de la madre de Marina de matar a su copia                                                               mete el crimen tiene el mismo carácter paradigmático que






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