Page 349 - Revista2
P. 349

padres escuchan en silencio, felices de saber que Ismael, por   IDIOSINCRASIA LIMEÑA I (Microrrelato en 10 planos

 fin, ha traído a casa una amiguita.  y un instante)




 [recogido Horrores cotidianos. Palencia: Menoscuarto, 2007]  1. Un tipo camina delante de mí charlando con una mujer.

          2. Para esquivar una farola, se baja de la estrecha acera.

          3. Sólo poner un pie sobre el asfalto, suena un terrible bo-

 CAZA MAYOR   cinazo y el tipo salta como un felino


          4. mientras una destartalada combi pasa rugiendo a pocos

 Los expertos aconsejan, en caso de encuentro fortuito con   milímetros de su cuerpo,

 un oso, no mostrar exceso ni de confianza ni de pánico. Lo   5. acompañada del berrido que le lanza el conductor: ¡Hue-

 que se debe hacer es mantener la calma. No es recomenda-  vóóóóónnnnn!

 ble gritar ni echar a correr.  6. Tras aterrizar de nuevo ante mí, como un gimnasta tras

 Muy fácil decirlo. Pero ¿cómo reaccionar cuando, aga-  realizar su ejercicio,

 chado ante la rueda pinchada de tu coche, notas un aliento   7. el tipo me mira y dice con una enorme sonrisa:


 caliente y apestoso en tu nuca, te giras y ves un armario pe-  8. Uf, casi me convierto en estadística.

 ludo de dos metros de alto que te mira con el mismo gesto   9. La mujer ni se inmuta.

 que tú pondrías ante un plato de deliciosos percebes?  10. Siguen paseando.

 Mientras tu vida pasa rápido ante tus ojos (demasiado rá-
                                                                ®
 pido, demasiado poco que contar, te dices, en un inespe-  [recogido en Bienvenidos a Incaland . Madrid: Páginas de Espuma,

 rado arranque de lucidez ante el abismo), reprimes tu con-  2014]

 fianza, controlas tu pánico, no gritas ni sales corriendo, que

 es lo que tu cerebro y tus piernas te están pidiendo.

 Entonces, te agachas lentamente, coges la llave de tubo y,


 sorprendido de tu arrojo, le destrozas el cráneo al úrsido in-

 oportuno de un rápido y certero golpe.

 O eso es lo único que tu cerebro puede imagi-

 nar antes de que el oso, asustado por tus gritos de pá-

 nico y tu inútil intento de echar a correr (tu carre-

 ra sólo ha durado un paso, el que has podido dar

 antes de tropezar con la maldita llave de tubo), te devore.



 [recogido en Intuiciones y delirios. Lima: Micrópolis, 2012]





 348                                                                                                          349
 Revist a   de   alces   XXI                                  Número  2 , 2014-2015
   344   345   346   347   348   349   350   351   352   353   354