Page 348 - Revista2
P. 348
padres escuchan en silencio, felices de saber que Ismael, por IDIOSINCRASIA LIMEÑA I (Microrrelato en 10 planos
fin, ha traído a casa una amiguita. y un instante)
[recogido Horrores cotidianos. Palencia: Menoscuarto, 2007] 1. Un tipo camina delante de mí charlando con una mujer.
2. Para esquivar una farola, se baja de la estrecha acera.
3. Sólo poner un pie sobre el asfalto, suena un terrible bo-
CAZA MAYOR cinazo y el tipo salta como un felino
4. mientras una destartalada combi pasa rugiendo a pocos
Los expertos aconsejan, en caso de encuentro fortuito con milímetros de su cuerpo,
un oso, no mostrar exceso ni de confianza ni de pánico. Lo 5. acompañada del berrido que le lanza el conductor: ¡Hue-
que se debe hacer es mantener la calma. No es recomenda- vóóóóónnnnn!
ble gritar ni echar a correr. 6. Tras aterrizar de nuevo ante mí, como un gimnasta tras
Muy fácil decirlo. Pero ¿cómo reaccionar cuando, aga- realizar su ejercicio,
chado ante la rueda pinchada de tu coche, notas un aliento 7. el tipo me mira y dice con una enorme sonrisa:
caliente y apestoso en tu nuca, te giras y ves un armario pe- 8. Uf, casi me convierto en estadística.
ludo de dos metros de alto que te mira con el mismo gesto 9. La mujer ni se inmuta.
que tú pondrías ante un plato de deliciosos percebes? 10. Siguen paseando.
Mientras tu vida pasa rápido ante tus ojos (demasiado rá-
®
pido, demasiado poco que contar, te dices, en un inespe- [recogido en Bienvenidos a Incaland . Madrid: Páginas de Espuma,
rado arranque de lucidez ante el abismo), reprimes tu con- 2014]
fianza, controlas tu pánico, no gritas ni sales corriendo, que
es lo que tu cerebro y tus piernas te están pidiendo.
Entonces, te agachas lentamente, coges la llave de tubo y,
sorprendido de tu arrojo, le destrozas el cráneo al úrsido in-
oportuno de un rápido y certero golpe.
O eso es lo único que tu cerebro puede imagi-
nar antes de que el oso, asustado por tus gritos de pá-
nico y tu inútil intento de echar a correr (tu carre-
ra sólo ha durado un paso, el que has podido dar
antes de tropezar con la maldita llave de tubo), te devore.
[recogido en Intuiciones y delirios. Lima: Micrópolis, 2012]
348 349
Revist a de alces XXI Número 2 , 2014-2015