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Tal modelo de activismo bufo es en principio muy atrac-
tivo para un programa como el de Polònia. Si atendemos a
las estadísticas y datos que se dan para el programa, sin em-
bargo, nos damos cuenta de que los parámetros no se ajus-
tan totalmente a la técnica del bufón propuesta. Es cierto
que la complicidad de códigos entre programa y audiencia
es muy alta; pero la dirección del arco de influencia de bu-
fón a audiencia no se produce del todo en el sentido indi-
cado: tal como anotan Carme Ferré y Catalina Gayà en un
estudio de datos, “ni en la encuesta de calle ni en los focus
groups se revela que un programa como éste [Polònia] pue-
da influir en su opinión. Los encuestados lo niegan en un
90,8%” (24).
Por otra parte, por parte de la audiencia tampoco se da
en el caso de Polònia una identificación completa del bu-
fón con el rey, aunque sí se da de forma intensa el reconoci-
miento de la técnica de la identificación bufón-rey. Justo lo
contrario, precisamente, de lo que ocurre cuando el conte-
nido del programa llega a una audiencia y espacio no cata-
lán, que normalmente sí identifica e incluso a veces confun-
de al bufón (ficticio) con el rey (real). Si tenemos en cuenta
9
capacidad de acabar sustituyéndole. Es así como el activismo del bufón,
el hombre que se disfraza de rey, ha encontrado en la serialidad televisiva
un formato muy productivo, porque la repetición permite que el recep-
tor entre en complicidad con el dispositivo, rehaciendo así el carácter
multidireccional del procedimiento carnavalesco, donde todos los regis-
tros están en juego: el personaje inicial, su substituto y el público que le
manipula y le domina”; Balló 59).
9 Con la calificación de audiencia y/o espacio catalán me refiero a la au-
diencia y al espacio que se corresponde con la delimitación geográfica de
Catalunya, que es la que tiene acceso al programa.
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Revist a de alces XXI
que las cómicas danzas entre bufón y soberano escenifica-
das por el programa corresponden (al escribir este ensayo)
al período entre febrero del 2006 y noviembre del 2014, el
momento en que, y prácticamente coincidiendo con la cri-
sis global, empezaron a tambalearse en Catalunya las estruc-
turas autonómicas puesta en marcha en la transición, y con
ellas todo el embalaje democrático español sostenido mal
que bien desde la constitución de 1978, la general di-sin-
tonía política entre la audiencia catalana y la no catalana
se irá haciendo más y más evidente. Ferré y Gayà anotan
10
por ejemplo en su estudio del año 2010 que “hay medios
que han confundido los personajes de Polònia con el polí-
tico que imitaban” (15). Esa identificación errónea, ese
11
paso de lo ficticio a lo real se ha dado siempre, en relación a
10 Este ensayo toma el 6 de febrero del 2006, fecha de la primera emi-
sión de Polònia en TV3, como marco inicial de análisis del programa;
y la consulta popular del 9 de noviembre del 2014 y las celebraciones
del tricentenario de los Estatutos borbónicos de Nueva Planta de 1714
como su marco de cierre. El programa continúa en antena en este mo-
mento (julio de 2015).
11 Ferré y Gayà: “El 28 de marzo del 2008 la revista Spanish Real Esta-
te. La revista del mercado inmobiliario ilustraba una información sobre
la crisis del mercado con una imagen del actor Xavi Noms, que en ese
momento representaba Antoni Castells, conseller de Economía de la Ge-
neralitat de Catalunya” (15). En los dos últimos años las confusiones se
han multiplicado —desde The Guardian dando un mapa de España en
el que faltaba Cataluña (imagen tomada inadvertidamente de Polònia),
hasta el periódico La Razón publicando por error una foto del personaje
de Ada Colau (interpretado en Polònia por la actriz Agnès Busquets) en
lugar de una real y criticando el sketch confundiéndolo con una inter-
vención real de la activista—. En La Razón, 6 de abril, 2013; Reporta-
do por Villaweb, http://www.vilaweb.cat/noticia/4102551/20130406/
razon-publica-foto-lada-colau-polonia-error.html.
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Número 2 , 2014-2015