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Polònia, desde un imaginario no catalán; es decir, desde un   Esa complicidad en la información explicaría por qué en

 ámbito mayoritariamente desinformado o sólo parcialmen-  Polònia “el bufón” no incide en la intervención política real

 te informado de los avatares de la política catalana. Nunca   del público, no le incita a modificar ni su posición ni su

 se ha producido desde Catalunya, donde ningún noticiario   perspectiva respecto al soberano (el “rey”). Todo lo más, la

 o periódico ha cometido el burdo error de dar por buena y  corrobora, ya que ambos, bufón y audiencia comparten a

 real una noticia o a un personaje satirizados en el programa.  priori su imaginario sobre el “rey”; es decir, sobre el poder

 Al contrario de lo que ocurre en los espacios no catalanes,  central personificado en el programa en los sucesivos go-


 en Catalunya no es la identificación en sí, sino la “técnica”  biernos en la Moncloa. Dato que a mi juicio resiste en parte

 de substitución escénica del rey por el bufón lo que se reco-  el esquema de activismo de bufón.

 noce en Polònia de forma extrema.  Quizá porque más que de una ficcionalización de más-

 La entrada en relación de la audiencia catalana con su bu-  cara escenificada por un bufón, el caso de Polònia evocaría

 fón (la troupe de Polònia) se da entonces en un contexto de   más bien, si bien con actores reales, una de “titelles” (“títe-

 gran complicidad con el imaginario de mofa política lan-  res”): un tipo de escenificación muy típica del ámbito me-

 zada desde el escenario. El público del programa, su públi-  diterráneo donde la marioneta es y no es a la vez el/un per-


 co, siempre “sabe” de antemano que lo que se escenifica es   sonaje ficticio y real; y donde la marioneta responde y actúa

 una caricatura, una parodia —a veces cruel— de un suceso,   con sus locas barrabasadas aquello a priori deseado por el

 proceso, o actuación política real, conocimiento respalda-  imaginario de su audiencia. La titella escenifica (y somatiza

 do por los datos aportados por Ferré y Gayà y que permiten   simbólicamente tantas veces como sea necesario en su cuer-

 cualificar a tal audiencia como perfectamente informada de   po de madera los palos y golpes recibidos por la audiencia)

 los avatares de la política nacional y catalana. La audiencia   la realidad y el deseo de su público. La relación de compli-

 conoce de antemano la trama política real escenificada en   cidad entre ambos (marioneta y público) se establece siem-

 el programa. Y a su vez, Polònia sabe que su público sabe.    pre, como en el caso de Polònia, de antemano: ambos, ti-
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         tella y audiencia, siempre están previa y abundantemente


         informados de la historia que se escenifica “a imagen y se-

         mejanza” de los personajes y procesos reales. Y es en este ex-

 12  Por ello, durante bastantes años las entresijos técnicos del engranaje   traño y apasionante punctum de un imaginario situado en
 televisivo se dejaban al descubierto durante la exhibición misma, con su   un a priori, desde donde y cuando la propia audiencia, uni-
 director, Toni Soler, o los técnicos, o los actores interrumpiendo escenas

 para editar, comentar o reírse de algunos gags en momentos inespera-  da a su bufón/marioneta, incita y escenifica para sí misma la

 dos y en complicidad con su audiencia. Un truco cómico muy común   puesta en marcha del deterioro y la cruel mofa en que se ha
 por otra parte en las comedias televisivas, puesto en marcha sobre todo,   convertido en los últimos años la política central española,
 y desde hace tiempo, desde los Estados Unidos; pero un truco que fun-  y sobre todo y en los últimos años, del gobierno del Partido

 ciona en el programa a la perfección.





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 Revist a   de   alces   XXI                                  Número  2 , 2014-2015
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