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novela, este gran momento es reducido a una mirada desa-                                                                gonismo del que recibe en la novela. En la pantalla, el hom-

         fiante (y hasta despreciativa), una despedida fría, una media                                                           bre está sentado detrás de su escritorio, en una posición de

         sonrisa y el andar ligeramente dificultado por la torcedura                                                             autoridad desde la cual puede aprobar, o no, las acciones de

         de tobillo que había sufrido escapándose del enemigo por-                                                               la mujer. Ésta, por su parte, se encuentra en la sombra y en

         tugués. Lo que se aprecia —más que una nueva auto-reali-                                                                una toma en que la cámara le recorta la cabeza y los pies,

         zación o confianza en sí misma— es el esfuerzo; un esfuerzo                                                             de este modo privándole simbólicamente de su inteligencia

         simbolizado por su paso firme, a pesar del dolor.                                                                       y movilidad. Pasando a un análisis del sonido, escuchamos


             La eliminación del monólogo interior también conlleva                                                               una simple melodía de piano que va acompañada por el rui-

         la supresión del concepto que tiene Sira de sí misma como                                                               do de sus pisadas y los coches en la calle, lo cual simboliza la

         participante integral e importante del mundo patriarcal en                                                              huella que ella ha dejado en el mundo cotidiano. El monó-

         que se mueve. Después de realizarse como espía compren-                                                                 logo interior de auto-introspección y auto-afirmación (con

         de que el formar parte de una comunidad no resta valor a                                                                lenguaje de auto-ayuda, propio por cierto, del siglo XXI, y

         su propia fuerza individual ni a sus logros. Dice: “Cierto                                                              no de la época en que se ubica la novela) está totalmente su-

         era que Hillgarth me había espoleado para ello y me había                                                               primido. De este modo, en esta instancia, la serie de televi-


         puesto al borde de unos límites que me hicieron sentir vér-                                                             sión destruye una de las características más determinantes

         tigo” (Dueñas 604). Además, el haber sido rescatada por el                                                              de la protagonista novelesca, y apocopa el momento de la

         hombre de quien está enamorada no la convierte en donce-                                                                realización culminante de Sira como héroe.

         lla afligida e indefensa. Sira dice:                                                                                        De manera intencionada o no, la serie también compen-

                                                                                                                                 sa por las eliminaciones del monólogo interior (ya que se-

                            […] cierto era que Marcus me había salvado la vida al                                                ría demasiado irónico que una novela que afirma la voz de

                            sacarme de un tren en marcha, y que sin su ayuda opor-                                               la mujer se la borrara en la televisión). Para ello se añaden
                            tuna tal vez no habría vivido para rememorarlo. Cierto                                               ciertos elementos argumentales como referencias a la habili-

                            era todo eso, sí. Pero también lo era que yo misma ha-

                            bía contribuido con mi coraje y mi tesón a que la mi-                                                dad de Sira como espía desde una edad muy temprana. Por
                            sión asignada llegara a un buen fin. Todos mis miedos,                                               ejemplo, cuando era joven, antes de abandonar Madrid, es-

                            todos los desvelos y saltos sin red habían servido para                                              conde un lienzo dentro de un rollo de tela para proteger a

                            algo al fin: no sólo para captar información útil para el                                            una clienta del taller en que trabajaba (El tiempo entre costu-
                            sucio arte de la guerra, sino también, y sobre todo, para                                            ras, episodio 1). Luego, ya en Tetuán, esquiva las preguntas

                            demostrarme a mí misma y a quienes me rodeaban has-                                                  del comisario de una manera casi profesional; y pide a su

                            ta dónde era capaz de llegar. (604-05)
                                                                                                                                 ayudante, Jamila, que siga a Marcus Logan por las calles de


             Sin embargo, en la pantalla, la figura masculina recibe, si                                                         Tetuán porque no termina de fiarse de él. Ninguna de es-

         no un mayor protagonismo que la heroína, un mayor prota-                                                                tas escenas existe en la novela, y todas sirven para hacer que






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