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red. El responsable de la cuenta de usuario de cada uno de   más que busca que le retuiteen. Las fronteras entre la inte-

 los muchos Borges y los múltiples Gómez de la Serna (así   racción social y la difusión cultural se neutralizan, particu-

 como de la miríada de otros autores, pensadores y celebri-  larmente porque en algunos casos no se reparará en los ele-

 dades de todo tipo que son replicadas una y otra vez en ser-  mentos precisos para ser consciente del fenómeno concreto

 vicios como Twitter) emplea esas herramientas de produc-  al que se asiste: un joven usuario en edad escolar que realice

 ción de la presencia para permitir que la personalidad del   un uso lúdico o social de Twitter no tiene que saber nece-

 homenajeado transpire a través de los mensajes publicados   sariamente que el comentario gracioso que ha leído es obra


 y los campos de personalización.   de un literato clave para la cultura mundial; solo juzgará

 Se trata de falsas identidades que no pueden suplantar,   si le gusta o no le gusta, e incluso valorará afectivamente

 sino solamente simular ser esos autores. La relación con la   cualquier interacción que se produzca. Si ese comentario ha

 comunidad puede establecerse, por tanto, entre iguales y los   sido apropiado y difundido a través de un avatar que ejerza

 datos biográficos y las obras de los escritores pasan a media-  como séance del autor y no mediante un plagiario sin más,

 morfosearse con Twitter como canal de cambio. La crisálida   esto tendrá repercusiones bien diferentes con impactos be-

 de esta mediamorfosis puede ser el acto directo de escritu-  neficiosos en la cultura y el procomún.


 ra sobre la red social o la intervención de un programa in-

 formático de diferente tipo que recombine y reprocese los

 textos originales, tanto con la intención de mutarlos pro-

 fundamente como simplemente la de llevarlos a la nueva

 plataforma de publicación. Tanto en un caso como en otro,

 se produce un cambio por el paso de un paradigma estáti-

 co (el papel) al dinámico (la pantalla), pues la recepción, la

 estética, los ritmos y los tiempos son otros completamente

 diferentes.


 No podemos prejuzgar el impacto social en la comuni-

 dad lectora, pero con un espectro social, generacional y cul-

 tural tan amplio como el que se da en un espacio digital

 como Twitter, no puede descartarse que haya quien lea los

 textos tuitborgianos como ingenios nativos de la red social

 o quien se dé de bruces con una greguería ramoniana sin

 conocer que se escribió primero en un libro de mediados


 del siglo pasado y que no es, por tanto, un tipo ingenioso






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 Revist a   de   alces   XXI                                  Número  2 , 2014-2015
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