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es notable pero no se trata de un recurso barroco de exhibi- a quien es incapaz de percibirlo. Por eso, la figura maquia-
ción erudita —en la que tendría cabida por cierto, muestras vélica y antipática del personaje del Ministro del Interior no
de cultura popular— sino un modo de ilustrar que el arte goza del arte, que sólo es un adorno, emblema de posición
—canciones, películas, novelas, poemas…— es una forma económica y de poder:
de conocimiento, y por ello resulta tan revelador para com-
prender la realidad como el ser consciente de los principios Su mujer estaba de viaje y él puso en el reproductor de cedés a
Wynton Marsalis. A ella el jazz la dejaba fría, también a él, pero
físicos que la explican. el ministro no quería la música para sentir ni emocionarse evo-
Las referencias a novelas o cuentos son continuas. En Ac- cando quién sabe qué clase de fantasías, sino solo para disfrutar
ceso no autorizado la vicepresidenta recuerda una película de una impefección perfecta o viceversa, sonidos organizados en
cuyo título ha olvidado: un equilibrio inestable que cumplían una función estimulante,
como el desayuno con café. (Gopegui, Acceso 187-188)
vista hacía muchos años, cuánto tiempo llevo sin ir al cine. No
se acordaba bien de la historia ni de quién la había dirigido, Se trata de una experiencia bien distinta a la gozosa y catár-
pero sí que había un pueblo donde los ancianos, cuando per- tica que siente Julia Montes escuchando al grupo sueco de
dían los dientes y ya no podían comer, se dirigían un día de in- folk Hedningarda. Porque la literatura, la música, el arte en
vierno a la montaña cubierta de nieve, dormían a la intemperie general conforma la sensibilidad del individuo, aumenta su
y esa era su forma de morir. Nadie les obligaba: ellos entendían receptividad y amplía su capacidad de comunicación.
que era ley de vida, que otros venían detrás de ellos. (Gopegui,
Acceso 215) Los referentes culturales cohesionan, permiten el diálogo,
la intimidad. La literatura como modo de conocimiento y
Es significativo que la vicepresidenta olvide el título, La ba- construcción social es uno de los postulados poéticos de la
lada de Narayama, porque, en realidad, sólo recuerda lo ac- obra narrativa de Belén Gopegui. De ahí que sea la estrate-
cesorio del argumento. En la versión de Shohei Imamura, gia del abogado para acercarse a la vicepresidenta: hablar su
la anciana protagonista se sacrifica, se suicida literalmente, lenguaje, es decir, utilizar aquellos libros, discos, que por es-
para que su hijo pueda concebir a su vez a otro hijo, ya que tar celosamente ocultos en el disco duro de su ordenador —
los recursos son tan limitados que no podrían subsistir. En alma— revelan mejor su intimidad. Así, la novela de Bul-
realidad habla de un mundo profundamente injusto, que la gakov, El maestro y Margarita le sirve al abogado para atraer
vicepresidenta, con el tiempo, ha dejado de percibir y sólo la atención de la vicepresidenta, para mostrarle que com-
recuerda otro tema secundario asociado, porque, de pronto, parte su lenguaje, su discurso, que entiende sus temores. Y
se siente vieja y se pregunta “¿Tengo que irme ya a la mon- cuando el abogado le propone a Julia Montes un intercam-
taña?”, ha olvidado por qué está en ese despacho. Y es que, bio, que le prestará ayuda a cambio de su “mayor defecto”,
al ignorar el sentido o propósito de una obra de arte, se ig- ella reconoce inmediatamente las palabras que corroen la
nora una forma de conocimiento valiosa que deshumaniza conciencia culpable de Poncio Pilatos, uno de los persona-
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Revist a de alces XXI Número 1 , 2013