Page 321 - Revista0
P. 321
relato. Nuestro uso violento. Nuestra violencia al lenguaje y cerían para nosotros de realidad toda vez que nuestros tra
por lo tanto a nuestra razón de ser, a nuestra razón común de tos con todo están siempre mediados por los tratos con el
ser. lenguaje y de su calidad, limpieza, propiedad e inteligencia
dependerá en última instancia la pujanza de su realidad. En
Prácticas no separadas ello, tal vez mejor que en otro género de consideracio nes, es
triba el auténtico “realismo” de la literatura. De una litera
Caben, sin embargo, otras prácticas que no responden a la tura pues que se anuda sobre la falta de fundamento, sobre
creencia en la separación neta de cosas y palabras, de reali la crisis, la fractura y la contradicción como modo de exis
dad y representación, de instrumento y objetivo, de serio y tencia, y también sobre nuestra inexorable precariedad y
frívolo, identidad y comunidad: prácticas del enrevesamien nuestra permanente y asombrada interrogación ante “toda la
to, de la contraposición y la rivalidad, del cuidado y la aten sorprendente incertidumbre y ambigüedad de la existencia”,
ción, la escucha y la voz, experiencias de la veridicción donde dicho sea con palabras Nietzsche (67).
tan importante es lo que se dice como la implicación en ello Frente a las prácticas que elaboran y se nutren de repre
de quien lo dice, como el tono y el timbre con que se dice y sentaciones fijas, pacíficas, satisfechas y separadas, de ideolo-
el recorrido en el mundo de quien lo dice o el campo de ba gías e identidades, de ídolos, ya sean dioses, pueblos, ideas o
talla de su alma, como el cuándo y el cómo y el desde dónde yoes, de idíe phrónesis, inteligencias privadas, de cada uno,
—desde qué precariedad o, por el contrario, seguridad o au idiotas literalmente; frente a las prácticas y dispositivos tam
pamiento de poder—, es decir, como el momento de la es bién de sublimación de las crisis y fracturas continuas e in
tructura o la trama narrativa —y de la trama o estructura soslayables de nuestras vidas, de nuestras pérdidas, aban
narrativa que es toda persona— en que se dicen las cosas. donos, debilidades y miserias e infortunios y contrariedades
Prácticas tal vez de ninguna esencia, sino más bien, en pala en que de alguna forma, mucho o poco, tarde o temprano,
bras de García Calvo, de “habencias”, de lo que hay de cada toda vida humana consiste, el gran arte del relato, su pujanza
cosa en cada situación e instante (222). en la construcción de realidad, recuerda siempre —además
El gran arte narrativo, cuyo estar en crisis, a despecho de de poner sobre el tapete y denunciar esas prácticas— que a
Benjamin, no es sino su verdadera forma de ser y no ningún un ser de las cosas y los hechos se contrapone siempre un no
accidente, es la experiencia de la palabra en la que mejor aflo ser, que a un momento se le opone siempre otro y a un lugar
ra ese ser de contienda y guerra del lenguaje y de las cosas to otro lugar, a una voz otra voz y a una posibilidad otra posibi
das, esa “concordia discordante de las cosas” de nuestra vida lidad, que a un sí hay siempre un no que le hace sombra y al
de la que hablaba también Ovidio (433); donde se echa me hacer sombra le hace sombra también la luz cenital. Que el
jor de ver que cosas y hechos están constituidos como reales haz de una hoja no existe en realidad sin su envés y a un an
justamente por el lenguaje, sin el cual, sin cuyo relato, care verso le corresponde siempre un reverso, a un esplendor una
320 321
Revist a de alces XXI Número 0 , 2012