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moda” se agilizan gracias a los nuevos soportes, la existencia   poeta en concreto y de cada lector, dejarán paso a símbolos

 se produce hacia fuera, la intimidad, la autoexploración, la   que serán y a la vez remitirán a lo que designan, y que tan-

 indagación en el lenguaje, se hacen siempre “en el espejo del   to el límite como la infinitud de lo que es real puede ser expre-

 otro”. Si en ciertos casos esto produce un desplazamiento “de   sado mucho mejor mediante el axioma, el signo y la función.

 lo camp a lo vamp”, en otros se percibe un regreso al compro­  (Wallace 182).

 miso expreso —político, incluso, que se concreta en activis­

 mo—, a una justificación social del poema y del poeta (con   7


 pretensiones revolucionarias o, más humildemente, catár­  Peligros de la vida poética. Bibliografía básica reciente:

 ticas), con una visible visceralidad en el planteamiento y en   Rafael Courtoisie: Goma de mascar

 el discurso (Bukowski es referente para —casi— todos, que   Julio Rodríguez: El mayor poeta del mundo

 aceptan cierto malditismo como marca de lo marginal), con   Salvador Gutiérrez Solís: Guadalajara

 primacía de las actitudes sobre los principios estéticos (lo al­  “Cada vez que vas a ese concurso de chili te emborrachas

 ternativo, lo heterodoxo: de las diosas blancas a las pando­  como un poeta que ha cobrado” (Marge Simpson)

 ras que tienen una forma concreta de recogerse el pelo). Pero


 siempre con la aceptación de que es en la respuesta, en la in­  8

 teractividad con el lector/espectador no diferida, sino inme­

 diata, donde se produce el chispazo, el fogonazo, la poesía   La resistencia a la teoría, como anunciaba —o denunciaba,

 (paradójicamente, se embarcan con Barthes: “la unidad del   nunca se sabía con Paul de Man—su descrédito, ya intuido

 texto no está en su origen, sino en su destino”).   en los años anteriores (Godzich, Mitchell), parece ser marca
         de las poéticas recientes. Aunque se acepta que toda prácti­

 6       ca discursiva es práctica de riesgo, se privilegia la dimensión

         pragmático­comunicativa. El poeta se define en la cadena de

 Él dijo que dentro de poco la verdadera poesía ya no serán
 palabras. Dijo que la belleza glacial de la significación per-  respuestas que genera. Él mismo es, en definitiva, una forma

 fecta mediante símbolos artificiales y no verbales y su relación   personalizada de misreading. El poema es solo un aspecto de

 median te reglas convencionales vendrá a reemplazar gradual-  su ser­en­el­mundo de la poesía. La dinámica de presencia/

 mente primero la forma y después la materia de la poesía. Dijo   ausencia se ve alterada; la distinción entre intimidad (lo pri­

 que una época se está muriendo y que él puede oír su estertor.   vado) y exterioridad (lo público) se difumina hasta perder

 Todo eso lo tengo guardado en las cartas que me envió. Guar-  su carácter dialéctico. Incluso la crítica de poesía, se define


 do todas mis cartas en una caja. Dijo que las unidades poéticas   en esta dinámica de “intervención” —aunque en algunos ca­

 que aluden, evocan, traen recuerdos y son limitadas de modo   sos, no haya más novedad en ella que los ecos de la crítica de­

 variable por la experiencia particular y la sensibilidad de cada   cimonónica practicada por oscuros y torpes eruditos como






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