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                                                                                                                                 el poeta sabe que, antes que él, otros han escrito la obra que
         La poesía es un extraño género literario abonado a la duda                                                              era suya, la que tenía que haber escrito él? ¿Que todo poeta

         metódica y a la constante necesidad de explicar(se). La críti­                                                          es autor del libro común y que quiere recoger sus derechos

         ca, garante de un discurso que tiene en su médula el gen de                                                             de autor? ¿O se trata solo del derecho a estar, a intervenir, a

         la transformación (también la transformación social), está                                                              ocupar espacios?

         obligada a renovarse para ser capaz de inscribir en el campo                                                                                                               5

         literario un discurso que se mueve siempre en el riesgo de

         no ser, en la posibilidad de no decir. La poesía española de                                                            En esto de la poesía, se puede llegar siempre tarde, como

         ahora avanza entre la cultura de la queja (del “qué nos han                                                             los Belinchón de Reig, o llegar antes que nadie. Y luego es­

         hecho”) y el deseo de institucionalización, entre la autoges­                                                           perar a que la historia, “esa gran puta”, como la ha llamado

         tión y la globalización, entre gestión de recursos naturales y                                                          algún poeta, haga su trabajo. Lo cierto es que ya hay, quién

         el overbooking, entre la desazón postpoética y la mirada pre­                                                           lo diría, nieve en las cumbres novísimas y que a lo postno-

         socrática, sin orden, sin jerarquías (casi). El presente es un                                                          vísimo  le hacen la competencia otros muchos  post (aun­

         caos que genera un universo (un pluriverso mejor dicho): fes­                                                           que la mayoría están en la blogosfera). Vivimos en una

         tivales de poesía, colectivos permanentemente conectados                                                                época de cambios y de crisis. Como en un ERE constan­

         y con vínculos constantes, experiencias multimedia, perfo­                                                              te, se deslocalizan los centros de producción, distribu­

         poesía y sus variantes, ediciones independientes, blogs de                                                              ción, promoción y uso del poema: la red es ya el presente.

         críticos y de crítica (blogs de poetas, blogs de impostores),                                                           El papel del papel (el sagrado libro nos llevaba en sus lo­

         publicaciones variadas donde todo es poesía menos la poe­                                                               mos, la pulpa ficcional, la tinta visible) se ve amena zado

         sía, donde se persiguen los centros de la calle, donde habitan

         los deshabitados, donde se reivindica la ceguera y el compro­                                                           por el nuevo amanecer de la era digital o pangeica. Los lu­

         miso, donde se maldice la poesía, donde se aprende a vivir en                                                           gares de decisión, los centros de poder creativo y crítico se

         las afueras, donde se persigue la poesía sin mundo y se bus­                                                            han desplazado, en deriva imparable como la de los conti­

         ca una voz común para reocupar la vida, donde se hace him­                                                              nentes, al tiempo que se adelgazan las estéticas dominantes,

         no de las singularidades, donde lo poético se hace manifies­                                                            perseguidas por prácticas poéticas, críticas y sociales mani­

         to del post, donde el poema se envenena). Y siempre con la                                                              das o irritantes, según los casos (con el previsible descrédito

         sensación —muy disimulada— de que a quien se quiere con­                                                                de los grandes premios ganados con maña, la previsible desa­

         vencer no es a los contemporáneos, sino a los que antes que                                                             fección hacia las editoriales con más presencia, el previsible

         nosotros hicieron de la poesía su territorio. Se quiere ser dig­                                                        abandono del estilo low cost —bajo coste en todo, coste cero

         nos de ellos, corregirlos, ampliarlos, amarlos, a través de la                                                          a veces—, la previsible descentralización de formas y fórmu­

         obra propia. ¿Tendría razón Harold Bloom (a quien Fernán­                                                               las con fecha de caducidad). De modo que los valores “de








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