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una noción fuerte o antropológica de cultura (Rebelión 122).   tado de lo que Ortega denomina “poder espiritual” (Rebelión

 Pues bien, lo que está en juego para el intelectual que partici-  276).  Esta  noción, estrechamente conectada con posturas pre-

 pa reflexivamente en la vida pública es la posibilidad de inter-  viamente desarrolladas por el socialista premarxista  francés

 venir en la generación de “poder público” —poder que Orte-  Saint-Simon (1760-1825), expresa la idea de una autoridad

 ga entiende como una violencia o presión social derivada de la   fundada exclusivamente en la opinión pública y no, argumenta

 opinión pública (Rebelión 82)—. Subrayemos, por lo tanto,   Ortega, en el puro predominio político o económico.

 que poder público equivale a control de la opinión pública.  Pues bien, si acordamos con Antonio Elorza que Ortega


 Un par de detalles. Primero, Ortega enfatiza que el po-  “ofrece la imagen de aspirante a intelectual orgánico de un

 der público existe con independencia de que haya o no “un   capitalismo nacional” (12), podemos colegir que la media-

 órgano especial encargado de manejarlo,” o sea, aunque la   ción de nuestro autor se destina a apuntalar el poder social


 comunidad  en  cuestión  carezca  de  instituciones  estatales   de la burguesía con un poder aún más efectivo si cabe, ese
 (Rebelión  82).  Creo que  el objetivo de  esta apreciación es   poder  espiritual  del  que  derivaría  el  control  de  la  opinión


 confirmar la existencia de un espacio de intervención públi-  pública. O, con otras palabras, la intervención de Ortega
 ca diferenciado de la ingerencia estatal en los asuntos socia-  en la esfera pública se dirige a consolidar un “sistema de opi-


 les  y,  por  tanto,  autónomo  respecto  del  escenario  político   niones” —es decir, de ideas, preferencias, aspiraciones y pro-

 sensu stricto. Segundo, nuestro autor propone distinguir en-  pósitos— cabalmente coherente con la “estructura del espí-

 tre poder público y “poder social.” Sobre este último no hay   ritu” burgués (Rebelión 248).

 disputa, lo ejerce, sin más, “la burguesía,” y, dentro de ella,   Concretando aún más, el modelo de intervención pú-

 los “técnicos” o expertos. 10  blica que Ortega tiene en mente es un proceso que procede

 Como vemos, le preocupa a Ortega no sólo asegurar un   de acuerdo al siguiente protocolo:

 espacio de intervención pública reservado a los intelectuales

 —la esfera cultural—, sino, además, confirmar la absoluta re-  i. Los intelectuales —técnicos, expertos— descubren

 levancia de tal intervención, ya que el poder público no deri-  ciertas ideas o principios.


 varía automáticamente del poder social, sino que sería resul-  ii. Se hace propaganda de ellos sobre la colectividad.

                iii. Mediante  la publicidad insistente, esas ideas o

                     prin ci pios llegan a ser de tal modo predominan-
 10  Ortega: “¿Quién ejerce hoy el poder social? ¿Quién impone la estruc-
 tura de su espíritu en la época? Sin duda, la burguesía. ¿Quién, dentro de   tes que se consolidan en forma de opinión pública.

 esa burguesía, es considerado como el grupo superior, como la aristocra-  iv. Cuando esas ideas o principios “señorean de verdad

 cia del presente? Sin duda, el técnico: ingeniero, médico, financiero, pro-  las almas, actuarán inevitablemente como instancias
 fesor, etc., etc. ¿Quién, dentro del grupo técnico, lo representa con mayor
 altitud y pureza? Sin duda, el hombre de ciencia.” (Rebelión 248).








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